¿Pueden dos mejores amigos arriesgarse a perderse el uno al otro por darle paso al amor?
Adrien y Marinette son amigos desde que eran unos inocentes y tiernos niños. Crecieron juntos y su amistad se fortaleció, volviéndose prácticamente inseparable...
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Al tenerla de nuevo entre mis brazos, mi corazón volvió a latir... Todos y cada uno de mis sentidos despertaron y... Joder, no quería soltarla nunca, no de nuevo...
—Marinette... —susurré mientras hundía mi rostro contra su cabello, inhalando profundamente su delicioso aroma a vainilla—. Te extrañé tanto...
Marinette parecía dudar, se mantuvo estática o al menos eso intentó, ya que pude percatarme de lo acelerada que se tornó su respiración así como lo que parecían ser suaves sollozos...
Bichita...
Después de un rato, ella finalmente se giró hacia mí y al instante, pude ver la desgarradora imagen de sus hermosos ojos empañados por las lágrimas.
— Adrien... — Musitó a la vez que llevaba sus manos a mi rostro y antes de permitirme comenzar con mi explicación, ella me abrazó, ocultando su rostro contra mi pecho — Viniste... Estás aquí...
—Por ti iría al mismísimo infierno...
Ella soltó una risita, restregando su mejilla contra mí.
— Con Satán tienen suficiente...
— No le vendría mal un poco de ayuda.
Marinette se apartó, levantó el rostro y después de lo que me pareció una eternidad... Sonrió.
—A todo esto ¿Qué haces aquí? —Se talló los ojos con los puños—. Quiero decir... Pudiste haber ido a mi casa o...
—Fui a tu casa, pero al ver que no estabas, pensé que tal vez podría encontrarte aquí.
— ¿Escalera de emergencia?
Asentí.
— No tienes remedio — Murmuró, acomodándose un mechón de cabello detrás de la oreja, lucía tan linda cuando hacía eso...
Hey Agreste, concéntrate.
Inhale profundamente, capturando todo el aire que mis pulmones fueron capaces de soportar, liberándolo después lentamente por la nariz, listo para comenzar a decir todo aquello que en su momento me guarde. Marinette estaba allí, frente a mí y no iba a desaprovechar esa oportunidad, no de nuevo.
—Marinette... Yo... —Me aclaré la garganta—. He venido aquí porque…
— Es cierto, estoy molesta contigo — Me interrumpió a la vez que inflaba las mejillas y se cruzaba de brazos.
Inevitablemente sonreí, me acerqué a ella y sujeté su rostro entre mis manos para finalmente besarla.
En el momento en que nuestros labios hicieron contacto, una explosión de sensaciones y emociones se volcaron sobre mi como una ola imparable.
Mi cuerpo se estremeció y mi corazón latió con tanta fuerza dentro de mi pecho... Joder, había extrañado tanto el dulce sabor de los labios de Marinette... Quien contrario a lo que esperaba, correspondió a mi beso, abrazándose a mi cuello mientras se paraba sobre las puntitas de sus pies. Los segundos se volvieron minutos y bueno, era casi como si una fuerza magnética impidiera a nuestros labios separarse, como si nuestra vida dependiera de nuestros besos...
