¿Pueden dos mejores amigos arriesgarse a perderse el uno al otro por darle paso al amor?
Adrien y Marinette son amigos desde que eran unos inocentes y tiernos niños. Crecieron juntos y su amistad se fortaleció, volviéndose prácticamente inseparable...
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Por más que intentaba concentrarme en el exámen, simplemente no podía. Las imágenes de mi candente noche junto a mi mejor amig... Junto a Adrien, invadían por completo mi cabeza.
Pensaba en sus besos, en su calor, sus sensuales movimientos, su mirada, sus atrevidas palabras, en sus caricias y joder, me bastaba con cerrar los ojos para revivir ese mágico momento. Pero al abrirlos y ver su rebelde y despeinada cabellera, su ancha espalda... El recuerdo de la sensación de su piel en mis palmas al recorrerla se abalanzó sobre mí, haciéndome estremecer.
Vamos Marinette ¡Concéntrate!
Suspiré y bajé de nuevo la mirada, resolviendo ecuaciones las cuales por fortuna no resultaron del todo complicadas.
—Profesora, Luka me está copiando —expresó Adrien, rompiendo así con el silencio que invadía el salón. Todos dirigimos la mirada al ojiazul, quien bufó aparentemente exasperado.
—No tengo necesidad de copiarte — Respondió a la vez que se levantaba y entregaba su exámen a la profesora —Yo ya terminé.
Luego de eso, Luka sacó su celular, se puso sus audífonos y salió del aula en completo silencio. Fue inevitable no sentir de nuevo esa ola de culpa abalanzarse sobre mi, aún cuando las cosas entre ambos habían quedado más que bien... O al menos eso creía.
Sacudí mentalmente la cabeza, concentrándome en mi exámen el cual después de aproximadamente 10 minutos terminé. Adrien acabó un par de minutos después que yo, alcanzándome en la puerta del aula justo antes de salir.
—Sígueme... —susurró al pasar a mi lado, guiñándome un ojo en cuanto mi mirada se cruzó con la suya. Un tenue sonrojo cubrió mis mejillas y después de asegurarme que nadie me viera, me apresure en caminar en su dirección, aún con un poco de malestar en mis piernas.
Lo perdí de vista al bajar las escaleras, pero al sentir cómo alguien me tomaba de la cintura y me jalaba con fuerza, lancé un grito ante la sorpresa.
— ¡Tonto! — Exclamé con el entrecejo fruncido y las mejillas ruborizadas, Adrien se carcajeó para después depositar un corto y suave beso en mis labios.
—¿Te asuste?
—Tremendamente.
Noté como sus labios se torcieron en una divertida sonrisa a la vez que acomodaba un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
—¿Ahora usas mis palabras?
—Chi.
Él soltó una suave risa.
—Tonta.
—Idiota.
—Tarada.
—Pasivo.
— ¿Ah si? — Sonrió acercando sus labios a los míos — Tus piernas no dicen lo mismo.
Suspiré entrecerrando los ojos, disfrutando de la cálida sensación de su respiración acariciando mis mejillas.
