¿Pueden dos mejores amigos arriesgarse a perderse el uno al otro por darle paso al amor?
Adrien y Marinette son amigos desde que eran unos inocentes y tiernos niños. Crecieron juntos y su amistad se fortaleció, volviéndose prácticamente inseparable...
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—Eso ha sido... Wow. —Susurró mi sexy y adorable novia mientras recorría mi espalda con las yemas de sus dedos.
Luego de una intensa noche juntos, no había nada como continuar con un delicioso mañanero el cual, mi chica parecía haber disfrutado tanto como yo.
—¿Te gustó? —pregunté con la voz ligeramente agitada.
Ella asintió, besando mis labios con suma ternura.
—Mucho... —suspiró y sus mejillas adquirieron un adorable rubor —. ¿Y a ti?
—Me encantó.
—¿De verdad?
—¿Te queda alguna duda?
—Bueno... —apretó los labios, desviando la mirada claramente avergonzada—. Quiero saber si cumplo tus expectativas, ya sabes, luego de todas las chicas con las que...
—Joder, Mari, me vuelves loco... —Besé sus labios y, tomándola por las muñecas, la acorralé entre mi cuerpo y el colchón —. Ya lo has dicho, hubo muchas chicas pero, eres tú quien es mi novia ahora. Eres tú de quien estoy enamorado y eres y serás la única... En todos los sentidos.
—La única... —susurró y, liberándose de mi agarre, acunó mi rostro entre sus manos, comenzando a repartir cortos besos en mis labios. —Vamos, hay que ducharnos.
—¿Ducharnos o...?
—Ducharnos, sí —aplastó mis mejillas, esbozando una tímida sonrisa —Y si te portas bien... Podrás quedarte a desayunar.
—Bien, me has convencido —deposité un corto beso en sus labios, finalmente apartándome de encima suyo. Sin embargo, en cuanto salí de su interior, pude notar que... —Houston, tenemos un problema.
—¿Ah? —Marinette bajó la mirada y, de inmediato, su rostro palideció —. N-no me digas que...
—El jodido condón se rompió.
—¿Q-qué? —alarmada, Marinette se sentó sobre el colchón, mientras que yo retiraba lo que quedaba del preservativo de mi sensible polla.
—Hey, tranquila —murmuré, aún cuando me sentía igual de angustiado que ella —. Seré un buen padre.
—Y yo una madre terrible ¡Sobre todo a esta edad! —al percatarse del tono de su voz, se apresuró a cubrirse los labios, frotándose el rostro después —. Quiero decir, no me siento lista para algo así...
—Bien ¿Cuánto tiene desde que tomaste la píldora de emergencia la última vez?
