Al terminar de comer y de pagar la cuenta, salimos del restaurante y cada uno se fue yendo a sus respectivas casas. Quedé en que Sofia me hablaría por WhatsApp para quedar y me fui con Pablo para nuestra urbanización. La verdad es que esperaba que me hablara por el camino para así preguntarle que narices había pasado en la comida, pero no lo hizo. Estuvimos todo el camino callados hasta que yo rompí en el incómodo silencio.
-¿Qué narices he dicho para que todo el mundo estuviera callado en la comida? -dije mirándole fijamente mientras andábamos.
-Cuanto menos sepas, mejor Irene. -dijo sin ni si quiera mirarme.
-¿Cómo, en serio no me lo vas a contar?
-Y tan enserio. -me dijo caminando un poco mas rápido que yo, quedándose a unos metros de distancia de mi. Yo me acerqué a él corriendo.
-¿Así que vas en serio no? ¿Qué pasa, que te gusta y por eso no me lo puedes contar?
-Cierra la boca con ese puto tema y no preguntes más, ¿entendido? -dijo y volvió a ir más deprisa que yo, pero esta vez no le seguí. ¿Pero qué mosca le ha picado? No entiendo absolutamente nada.
Terminé el camino de vuelta a casa sola con los cascos, y cuando llegue, mi madre también tenía como de costumbre, un humor de perros.
-¿Dónde estabas? ¿No se supone que ibas a venir pronto? ¡Llevamos dos horas esperándote para comer!
-Pues habéis esperado en vano, porque ya he comido. -dije tirando la mochila en la entrada junto al mueble.
-¿Cómo que ya has comido? -dijo mientras se secaba las manos con el trapo que tenía encima del fregadero.
-He ido a comer con los de clase mamá. -dije poniendo los ojos en blanco.
-¿Y has echo amigos cariño? -me dijo sonriente. ¿Cariño? Pero si hace un momento parecía que me iba a clavar el cuchillo jamonero en el costado por haber llegado tarde. ¿Qué le pasaba hoy a todo el mundo? ¿Se han puesto todos de acuerdo para fastidiarme él día?
-¿No me estabas regañando mamá? -dije poniendo otra vez lo ojos en blanco mientras cogía una manzana verde de la cesta.
-Si, pero me alegra un poco más que hayas llegado tarde por haber hecho amigos.
-Creo que me he echo mas enemigos que amigos hoy...
-¡Eso es imposible, si eres un encanto de niña! -dijo echándose la comida en un plato.
-Mamá, preferiría dejar de hablar de esos temas, por favor. -dije mientras me apoyaba en la encimera.
-Bueno bueno está bien...prefieres tener tus secretos con tu madre, ¿verdad?
-Mamá... -dije dando un mordisco a la manzana.
-¡La próxima vez que vayas a llegar tarde avisame por favor, me tenías muy preocupada!
-¡Uy si! Seguro que vivías en una agonía inaguantable... -dije con tono irónico.
-Aun que tú no lo creas, me preocupo mucho por ti. Por favor, avisame siempre que vayas a llegar tarde, no te cuesta nada. -dijo mientras se quitaba el delantal de fresas que tiene desde que nació mi hermana pequeña.
-Está bien mamá... -dije únicamente para contentarla.
-Llama a tu hermana para comer cariño.
-Vale.-dije mientras salía de la cocina, recorriendo el pasillo hasta la habitación de mi hermana pequeña.
-Ale cielo, a comer. -la dije asomada a la puerta.
-Vale... -dijo jugando con la muñeca y con voz ronca y triste. Me acerqué a ella porque sabía que había estado llorando y la cogí en brazos.
-¿Mi amor porque lloras? -dije secándole la lagrimita que tenía a mitad de la mejilla con la manga de mi chaqueta.
-Mamá y papá discutieron mucho... -dijo sollozando y rascándose con los ojos.
-Ay mi niña tranquila, es normal que los mayores discutan alguna vez... -dije llevándola en brazos hasta la cocina.
-Pues yo no quiero que discutan...haz que no lo hagan tati, haz que no discutan más... -me dijo apoyando la cabeza en mi hombro. Me quedé parada a mitad del pasillo. ¿Me había pedido que hiciera que no discutieran más? ¿Sabría que es por mi culpa? No me gustaría que se enterara de lo que paso tan pronto, pero si siguen discutiendo a grito pelado por mi culpa, se acabará enterando... tendré que intentar no montar más broncas en casa, por ahora al menos...
-¿Que pasa tati? ¡Arre arre que tengo hambre! -me decía moviendo las piernas para que siguiera andando. Esta pequeñaja es mi vida, no puedo hacer que sufra, pensé para mi mientras la llevaba a la cocina.
Después de dejarla sentada en su silla, la indiqué a mi madre que hablaríamos luego y me fui a echarme la siesta.Me desperté en el sofá con la tele encendida unas dos horas más tarde. Miré el reloj y eran las 18:03. Me acordé de que había quedado esta tarde y me levanté a por mi móvil de un salto. Como esperaba, tenía un mensaje de Sofia.
Hemos quedado a las 7 en el xanadu. Si quieres voy a por ti a las 6.30 para ir juntas. BesitosMierda, tenía solo media hora para vestirme y pintarme. Me dirigí a mi armario y lo abrí de par en par. ¿Qué me pongo? En ese momento pensé en el comentario de Raquel, así que cogí una camisa rosa de tirantes y unos vaqueros claros por varios rotos cerca de la rodilla. Esos pantalones fue el regalo de mi 16 cumpleaños por parte de mis mejores amigas, pero jamás me los había puesto. Me puse las rebook rosas y me fui al baño para arreglarme el pelo y pintarme un poco. Me apliqué solo rímel y raya, tampoco quería ir muy maquillada. En Texas me pintaba más, pero bueno... allí todo era diferente.
Mi pelo, como de costumbre, estaba hecho un asco, así que me hice un cola de caballo y salí de casa cojiendo las llaves y diciendo a mi madre que no llegaría muy tarde.
Cuando se abrió el ascensor, ví a Pablo peinándose con los dedos su pelo enmarañado. Sorprendido por encontrarme allí, empezó a mover la manos y a mirar a todos lados, como si estuviera nervioso. Pero, ¿por qué iba a estar nervioso, si no me hablaba?
-Hola Pablo. -dije al entrar.
-Hola... Irene. -dijo haciéndome hueco. A pesar de lo estrecho que era él ascensor, parecía que estábamos a metros de distancia.
-Siento lo de antes, yo no quería... - intenté decir, pero fui interrumpida por un beso. Me llevó hasta la esquina y me agarro la cara para que no me moviera. No fue un beso dulce, pero me gustaba. Después de unos segundos me metió la lengua y yo le respondí con la mía. ¿Qué estaba haciendo? Sin pensar en lo que hacía, le rodee con las manos el cuello y le atraje más hacia a mí. No podía parar. Era imposible. Era como si estuviéramos pegados como dos imanes distintos que se atraen. Me tenia embobada y sentía que yo a él también. Entonces... ¿por qué antes me había hablado tan mal? El ascensor se paró sin que nos diéramos cuenta y al abrirse las puertas dejó de besarme inmediatamente y se apartó de mi. Salió de allí como si hubiera hecho algo mal y no volvió a mirarme siquiera. ¿A caso me estaba volviendo loca?
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Dejadme respirar
RomanceIrene es una chica de Texas que llegó nueva a un instituto de Madrid debido a una serie de sucesos que cambiaron su vida para siempre. Allí conocerá a dos chicos, Pablo y Raúl, que harán que su vida sea aún más complicada. Secretos, mentiras y coraz...