Más peleas

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-¿Perdona?-dije mirándole fijamente.
-Lo que has oído.-dijo secamente.-¿Qué narices he hecho?-preguntó molesto.
-Tú sabrás...-dije intentado salir por la puerta.
-¡No!-gritó mientras ocupaba la puerta para que no pudiera salir.-¡No vas a volver a pasar de mi, joder!-dijo aun más molesto que antes.
-No tengo nada que hablar contigo.-le dije mirando al suelo.
-Claro que sí.-dijo desafiante. Al ver que no le miraba, me subió la barbilla a la altura de la suya para que le mirara a los ojos.-Irene...-me susurro.
-No...-le dije alejándome de él.-No voy a volver a pasarlo por alto.
-¡¿Pero el qué?!-dijo prácticamente gritando.-¡Dime, dime que cojones he hecho, por favor!-me suplicó.
-¡No quiero hablar de eso ahora!-dije empujándole para lograr salir.
-¡No!-volvió a gritar. Me apartó bruscamente agarrándome del brazo y haciendo que chocara contra los lavabos. El golpe me hizo desestabilizarme y caí al suelo, haciendo que mi culo sufriera el impacto.
-¡Irene!-me gritó acercándose a mi, intentando levantarme.
-¡Déjame!-dije apartándolo de mala gana y dirigiéndome corriendo a la puerta.
-¡Por favor espera!-oía a lo lejos. Cuando conseguí salir del baño, empecé a correr como una loca hasta no sé que lugar. Solo quería estar sola. Llegué a los baños públicos y me metí dentro. Después de tanta vuelta, habría despistado a Pablo y a cualquiera que haya intentado seguirme. Me encerré echando el pestillo en el primer baño que encontré libre y me senté en el suelo. Sin haberme dado cuenta, mis mejillas ya estaban llenas de tristes lágrimas, convirtiéndose en las únicas advertencias visibles que le quedaban a mi corazón para que me diera cuenta del sufrimiento que llevo dentro durante tantos meses.
A parte de la presión continua que sentía en el pecho, notaba un dolor fuerte en mi costado derecho, debido al golpe que me había dado hace unos minutos por culpa de Pablo...¿por qué todo es tan difícil cuando se trata de él? ¿Por qué nunca puedo hablar claro con él y decirle realmente lo que siento o lo que me molesta? Joder, lo hago constantemente con todo el mundo: con mi hermano, con mi padre...pero con él no puedo. Es como si en el fondo, nada de lo que me haga me doliera lo suficiente como para estar enfadada con él tanto tiempo. He de reconocer que no puedo odiarle. Por mucho que me digan, o por mucho que haga, sé que no seré capaz de dejar de sentir ese latido rápido y constante de mi corazón cuando estoy cerca de él. Realmente no quiero acabar estando sola, triste, y con un alma rota en mis pedazos. Solo quiero estar con él. Única y exclusivamente con él. Si, es cierto que he tenido mi roce con Raúl, pero por mucho que quiera, no puedo sentir lo mismo por uno que por el otro. Por mucho que me esfuerce, no veré en Raúl lo que me gusta de Pablo. Y sé que a pesar de todo lo malo, algo en mi interior me dice que él siente lo mismo. Si no, pasaría de mí como yo he intentado siempre hacerlo con él. Tengo que hablar con él y dejar las cosas claras entre nosotros. Me lo merezco, se lo merece: los dos nos lo merecemos. No voy a poder seguir escondiéndome el resto de mi vida en el suelo de un baño cuando las cosas me vayan mal.
Cuando me dispuse a levantarme, oí como alguien me llamaba desesperadamente.
-¡Irene, Irene...!-gritaba Pablo dentro del baño.
-¡Estoy aquí!-grité abriéndole la puerta para que supiera donde estaba.
-¡Irene!-volvió a repetir acercándose a mí.-Joder...¿estás bien?-dijo cogiéndome las manos para levantarme, mientras que me inspeccionaba el costado en busca de un moratón, o de cualquier marca que hubiera podido ocasionar el golpe.
-Si...si.-dije ya de pie junto a él.-Pablo, yo...
-No...dejame hablar a mi primero.-dijo interrumpiéndome. Yo afirmé, dándole permiso para que continuara.
-Entiendo que te molestara que no te lo dijera yo...-dijo gesticulando con las manos, de forma nerviosa. Yo asentía, pero realmente no sabía a cual de todas las cosas que había hecho hacía referencia en este momento.-Pero entiende que no era fácil contarte lo de Raquel...
-Perdona pero...¿de qué hablas?-dije confusa. ¿Estaría refiriéndose al día que metió mierda entre Raúl y Raquel cuando lo dejaron, no?
-De lo de Raquel y yo.-dijo tan tranquilo. Al ver mi expresión horrorizada, empezó a rectificar y a ponerse más nervioso de lo que ya estaba.
-Esto...¿no sabes de lo que hablo, verdad?-dijo pasándose la mano por el pelo y mirando de un lado a otro para intentar obtener una idea que le salve de esta encerrona. Yo negué lentamente, intentando borrar de mi mente enferma cada una de las explicaciones, a cada cual peor, de lo que me estaba contando.-Estoy saliendo con Raquel.-dijo como si hubiera escupido algo, que le estaba ahogando lentamente. Pensé que me desmayaba en ese momento, si no fuera porque estaba apoyada con los manos en el lavabo, dejando todo el peso de mi inmóvil cuerpo sobre mis manos. ¿Me metía otra vez en el baño a llorar durante horas, o salía de aquí con toda la alegría y tranquilidad posible que pudiera obtener ante aquella noticia que me había dejado a cuadros? Así que, a pesar de no escoger la más cobarde de las opciones, como suelo elegir habitualmente, opté por sonreír, y salir del baño para cenar, y volver a casa como si no hubiera pasado nada.
-Anda, que bien.-mentí, con la sonrisa más realista que pude poner.
-Lo siento por no habértelo dicho, pero bueno, como tú y yo...
-No pasa nada, está olvidado.-dije quitándole importancia al asunto.
-Bueno pues...me alegro de haberlo aclarado todo.-dijo abriendo los brazos, con la intención de que le abrazase.-Ven anda.-dijo al ver que no me acercaba. Volví a sonreír y me acerqué para abrazarle. Si quedaba algún pedacito de mi corazón todavía sin romper, acababa de fracturarse en mil nuevos pedazos. Pero tenía que continuar fuerte, pasara lo que pasara.
-¿Tenías que decirme algo más?-dijo alejándose de mí.
-No, nada.-dije con un nuevo nudo en el estómago.
-Oye...-¿todavia queda algo más? Pensé.-¿No te lo había contado Sofia?
-Eh...no.-dije confusa.-¿Por qué?-dije intrigada.
-Por nada, por nada...-dijo respondiéndose a sí mismo.
-Vale...-dije aún no muy convencida.
-Guay, ¿volvemos a la mesa con todos?-dijo dirigiéndose a la puerta, esperando mi respuesta.
-Vale.-dije yendo detrás suya, conteniendo las lágrimas en las cuencas de ambos ojos.

Dejadme respirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora