-¿Qué te pasa?-dijo dejando de besarme.
-¿Hablamos luego vale?-dije extasiada.
-Vale.-dijo sonriéndome y dándome un pico. Nos levantamos y el abrió el pestillo. Lo que nos esperaría fuera sería como una jauría.
* * *
-¿Cuántos años de servicios a la comunidad nos condenarán?-le dije a Pablo.
-Por lo menos hasta que nos muramos.-dijo riéndose.
-¿Me estáis escuchando?-nos dijo la directora del instituto. Nos habíamos metido en una buena. En cuánto encontramos a los demás que llevaban un rato buscándonos, nos volvimos a casa. Además de habernos "separado del grupo", yo me había pegado en medio del zoo con la zorra esa. Tampoco fue para tanto...eso es porque no viven en América, sino lo verían de lo más normal.
-Señorita Ramos, espero que se de cuenta de la gravedad de lo que ha hecho. No sé que cosas estaría acostumbrada usted a hacer en su otro instituto en...Texas.-dijo leyendo mi expediente.-Pero en Nuevas Lunas, la violencia está muy castigada.-dijo con ojos acusadores.-Y de usted, señor Gomez, no me lo esperaba. Es la primera vez que tiene una incidencia, así que únicamente le pondré un parte de sanción por desobedecer las normas. Y a usted, aparte de tener el mismo parte que su compañero, tendrá otro por la agresión que ha cometido.
-Vale.-dijimos al unísono. Cuando empezamos a levantarnos de las sillas del despacho, continuó hablando.
-Y además, tendrá que venir toda una semana a las horas de estudio de por la tarde.
-¿¡Una semana!?-dije con tono de queja.
-Si ve que no es suficiente, podría duplicarla.-dijo tan tranquilo. Capulla, pensé.
-Con una semana basta.-dije antes de cerrar la puerta. Tenía ganas de romper cosas, lo que fuera, pero eso solo me triplicaría el castigo.
-Tranquila, una semana se pasa rápido.-me dijo intentando animarme. Yo suspiré y nos fuimos a casa juntos.
Cuando ya habíamos doblado la esquina, rompió el silencio.
-¿Ya es luego?-me preguntó seriamente.
-¿Cómo?-dije confundida. ¿De qué habla?
-Dijiste que hablaríamos luego, y quería saber si ya es luego.
-Eh yo...-dije nerviosa. Me pilló totalmente desprevenida. Ni si quiera había pensado en ello después de que le dijera eso. ¿Que narices hago, se lo cuento?
-Cuéntamelo.-dijo cuando ya casi habíamos llegado a nuestra urbanización.
-No puedo.-dije sin pensar.
-¿Y por qué no puedes?-dijo con curiosidad.
-No...no te lo puedo decir.
-¡Ah! Ya entiendo lo que pasa...-hizo una pausa.-Te han dicho algo de mí pero no me lo puedes contar, ¿verdad?
-Sí.-dije únicamente mientras abría la puerta del portal con mi llave.
-Osea que eres fiel a tu palabra, me gusta.-dijo sonriéndome. Yo puse los ojos en blanco y entramos en el ascensor. Me alejé lo más posible para que no pudiera haber otro acercamiento.
-No podrás evitarme. Me lo acabarás contando.-dijo mientras salía del ascensor en el quinto piso.
-¡Ni en tus mejores sueños!-dije cuando se cerraba el ascensor.
Cuando abrí la puerta de casa, pensé en contarle lo que había pasado a mi madre, pero preferí hacerlo otro día. Sería lo mejor.
-¡Hola mamá!-dije cerrando la puerta a mi paso.-¿Mamá?-volví a preguntar mientras me desataba las zapatillas. En ese momento, oí como hablaba con alguien por teléfono.
-Si...muchas gracias por informarme.-dijo haciendo una pausa, dónde seguramente la estuvieran diciendo algo por la línea. ¿Con quién hablaba?
-Si, el martes a las 12. Perfecto, gracias.-dijo colgando. En cuánto me vio, sus ojos se llenaron de ira y se acercó a mi. Mierda, la había cagado por algo...
-¿¡Cómo que has pegado a una chica en el zoo!?-dijo gritando medio histérica. Bueno, medio no, muy histérica.
-Mamá dejame expli...
-¡Joder Irene, que llevas dos días de clase y ya te han puesto dos partes! ¿Tu sabes lo qué nos ha costado conseguirte plaza en este colegio? ¡Ha sido casi un milagro como para que lo eches a perder por un arrebato!-dijo gritándome.
En otra ocasión me habría excusado, pero no tenía ganas de hacerlo para que no me creyera, como pasa siempre. Así que la mejor opción sería callar y asentir, por mucho que me repateara por dentro.
-Lo siento.-dije dirigiéndome a mi habitación.
-¡Estás castigada sin salir hasta que se me olvide!
-Mejor.-dije susurrando.
-¿Qué has dicho?-dijo parada en el umbral de la puerta.
-Que vale.-dije tirándome a la cama.
-¡Por qué no estés discutiendo no significa que te vayas a librar de la bronca! ¡Cuando lo hable esta noche con tu padre, te impondremos el castigo adecuado!
-Vale.-volví a decir. No sé que la desesperaba más; que discutieramos durante horas, o qué pase de ella. Aunque está claro que ésta forma era más rápida para quitármela de encima.
-¡Eres imposible!-dijo mientras salía de mi habitación. ¡Ella si que era imposible!
Me habría ido a comer, pero estaba tan cansada física y mentalmente que no me quería mover. Abrí la colcha y me metí dentro. Lo mejor sería echarme una siesta para tranquilizarme, pero, en ese momento, sonó el tono del wa de mi móvil. ¿Quién será? Lo desbloquee y tenía dos, uno de Pablo y otro de mi hermano. Leí primero el de Pablo.
No sé si soñaré con lo que me tienes que contar, pero ten por seguro que contigo es muy probable.
¿De verdad se estaba refiriendo a la última frase que le había dicho antes de que se cerrara el ascensor?
Pues entonces espero que no sueñes cosas indebidas conmigo.
Y en otro mensaje, escribí;
Estoy castigada de por vida, nos veremos el lunes y me pensaré en contártelo o no.
Me respondió al minuto;
Si te las contara no me creerías...
No puedes escaparte??
Respondí al instante;
Si pudiera te aviso...ok?
Ok:)
No respondí, así que salí de la conversación y miré la de mi hermano.
Necesito verte, tenemos que hablar...
Esas palabras me hicieron un nudo en el estómago. Ni si quiera me acordaba de eso ya.
Estoy castigada de por vida...
Tranquila, te dejaran salir si es conmigo... A las 7 en la cafeteria de la esquina?
¿De verdad quería saber la verdad?
A las siete entonces
No me contestó, así que dejé el móvil en la mesita de mi habitación y bajé las persianas hasta abajo para poder dormirme. Lo necesitaba, el día me había resultado muy largo.
ESTÁS LEYENDO
Dejadme respirar
RomanceIrene es una chica de Texas que llegó nueva a un instituto de Madrid debido a una serie de sucesos que cambiaron su vida para siempre. Allí conocerá a dos chicos, Pablo y Raúl, que harán que su vida sea aún más complicada. Secretos, mentiras y coraz...