Alojamiento

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-¿Estás bien?-me dijo intentando que saliera de mi trance.
-Eh...si, si perfectamente.-dije un poco nerviosa.
-¿Estás sola?-me preguntó Raúl mirando a mi al rededor en busca de otro ser humano.
-Si.-dije volviéndome a columpiar.
-¿Puedo?-dijo señalando con el dedo el columpio vacío que estaba a mi lado. Yo asentí, y él sin dejar de mirarme se sentó.
-¿Te pasa algo?-preguntó columpiándose al igual que hacía yo.
-No.-dije secamente.
-Vamos...si no te pasara nada no estarías aquí sola bajo la lluvia.
Al ver que seguía mirando al frente sin contestar, siguió insistiendo.
-Irene...sé que no nos llevamos especialmente bien, pero puedes confiar en mí.-dijo parándose en seco con ayuda de sus pies.
-No quiero hablar de eso.-dije parándome también, sin ningún tipo de emoción en la voz.
-Pues por lo menos, ve a contárselo a alguien en el que si confíes.-dijo levantándose del columpio. Cuando se iba a ir, reaccioné y me levante con él.
-¡Espera!-dije acercándome a él.-Quizás si que necesite hablarlo.-dije poniéndome delante suya.
El me sonrió y asintió con la cabeza.
-Te acompaño a casa.-dijo empezando a caminar hacia la salida del parque.

Estuve todo el camino hasta mi casa contándole todo lo relacionado con mi padre. A pesar de todo, algo me decía que podía confiar en él.
-Yo que tú le haría caso a tu hermano, tu madre se dará cuenta del error que comete...pero no seas tan dura con ella.
-¡Yo no soy dura con ella!-dije dándole un suave puñetazo en el brazo.
-Con ella a lo mejor no, pero conmigo...-dijo riéndose.
-¡Tú si que te lo mereces!-dije apoyándome en la pared de mi portal.
-¿Ah, si?-dijo acercándose a mi demasiado para mi gusto.
-Si...-dije sin evitar poner distancia entre nosotros. Intente apartarle pero mis brazos no me respondían. Una parte de mi cerebro estaba de fiesta y me animaba a besarlo. Pero la parte aguafiestas me recordaba que era Raúl y que no podía tener nada con él. Además, ese mismo día había besado a Pablo. No podía besarle a él también, ¿dónde estaban si no los principios éticos de no jugar a dos bandas?
-¿No subes?-me dijo alzando la mirada a mi portal.
-Eh...si.-dije despegándome de la pared y yendo de espaldas hasta la puerta, con la que me choqué.
-¿Estás bien?-dijo riéndose acercándose a mí.
-Perfectamente.-dije con todo mi orgullo como barrera.
Me quedé parada delante suya.
-¿Qué pasa?-me preguntó intrigado.
-Yo...no...no quiero volver a casa.-dije un poco avergonzada.
-Bueno, puedes decirle que te quedas a dormir a casa de una amiga, ¿no?
-Ya pero...
-¿No sabes con quién, verdad?-dijo interrumpiéndome. Yo asenti y él continuó.
-Se que vas a decir que no pero...podrías dormir en mi casa.
-¿Qué...?-dije ya medio histérica.
-Dejame terminar.-dijo interrumpiéndome por segunda vez.-Mis padres están de viaje, tú no quieres volver a casa...problema resuelto.
Al ver mi cara de espanto ante su idea, resoplo y siguió intentando convercerme.
-No tienes con quién quedarte...-dijo poniéndome ojos de cordero.-Y además soy un tío muy educado y respetuoso.-dijo giñándome un ojo.
Tenía dos opciones: o subir a mi casa y enfrentarme a mis peores pesadillas, o estar al margen de mi miedos durante una única noche.
-Está bien...-dije todavía no muy convencida.
-Vivo solo a unas manzanas de aquí, donde la carnicería de Bob.-dijo sonriente ante mi elección.-¿La conoces?
-Si.-dije mientras caminábamos en dirreción a su casa. Un cosquilleo me subía por la espalda cada vez que pensaba en que iba a dormir en su casa, pero no tenía otra.

Cuando llegamos, abrió la puerta y me dejó pasar.
-Sientaté.-dijo cerrando la puerta con llave a mi paso.-Como si estuvieras en tu casa.
El salón estaba muy bien decorado, y era bastante amplio. Los muebles ocupaban muy bien el espacio pero sin estar demasiado recargado. Un sofá morado ocupaba gran parte del salón, en frente de una televisión enorme. Cuando fui a sentarme, me di cuenta de que estaba empapada y me replanteé hacerlo por no mojar el impoluto sofá. Raúl me miró extrañado hasta que se dio cuenta.
-¡Perdona, ni me había dado cuenta!-dijo pasándose nervioso la mano por el pelo mojado.-Si quieres puedes ducharte, y ponerte ropa seca.
-Eso estaría bien.-dije bastante agradecida. La verdad es que no me gustaba estar así de mojada, me resultaba hasta incómodo.
-La primera habitación a la derecha.-dijo señalándomela con el dedo.-Ahora te traeré algo de ropa.
-De acuerdo, gracias.-dije yendo hasta el baño. También era enorme, con pequeños cuadros colgados en las blancas paredes. La bañera y el lavabo era blancos enteros, y no tenían ni una sola mancha, ni si quiera el espejo. Su madre tendría que ser una obsesa de la limpieza.
Empecé a desvestirme, pegada a la puerta para qué no pudiera entrar si se le pasaba por la cabeza. Me quité la camisa, después el pantalón, y después mi ropa interior. Todo lo dejé en el lavabo para no manchar el también impoluto suelo, y me metí en la bañera. Estaba un poco nerviosa por el hecho de estar desnuda en la casa de Raúl, pero en cuanto el agua caliente tocó mi piel, me relaje al instante.
Cuando me estaba lavando el pelo por un champú que según indicaba olía a lilas, oí como las puertas del baño se abrieron.
-¿Irene? Te dejo la ropa encima del váter.-dijo alzando la voz para que le oyera. En ese momento me tapé como por acto reflejo mis partes íntimas y me alejé hasta la esquina de la ducha para que no lograra verme.
-¡Vale!-dije con la intención de que se fuera ya.
-Había pensado ducharme después, pero si me haces un hueco, gastamos menos agua.
-¡Ni se te ocurra!-grité furiosa.
-Vamos mujer, no tengas vergüenza. No eres a la primera tia que veo desnuda...-dijo en tono divertido.
-¡Cómo no te largues de aquí te juro que te empiezo a tirar cosas!
-Eso tiene que estar divertido.-dijo riéndose más fuerte.
No sabe con quién esta hablando. Cogí la esponja, la moje con espuma y agua, y sacando la mano a través de la cortina se la tiré al cuerpo.
-¡Ey!-dijo sorprendido al recibirla.
-¡Pues como no te largues será mucho peor, te lo aseguro!-dije cogiendo otra esponja por si acaso.
-Vale vale mujer...no te pongas así.-dijo riéndose aún más alto.
-¡Largo!-dije sin ningún tipo de diversión.
-¡Me llevo tus braguitas para colgarlas en el tendedero y que se sequen!-dijo abriendo la puerta del baño.
-¡Ni se te oucrra coger mis...!-Paré al oír el portazo producido por el cierre de la puerta. ¡Maldito Raúl!

Dejadme respirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora