Hermanos

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Mi hermano volvió a sentarse junto a mi madre, aunque ella seguía sin decir nada. Yo tampoco sabía que hacer, si arrimarme, o irme a mi habitación y encerrarme todo el fin de semana. Alex le puso la mano en la rodilla, y justo en ese momento, mi madre se levantó y se fue a su habitación sin mirarnos si quiera. Alex se tapó la cara con las manos y mi madre cerro la puerta de su dormitorio de un portazo, pero no tan fuerte como el que había dado mi padre hacia unos minutos.
-La he cagado...la he cagado...-repetía mi hermano una y otra vez, culpándose de lo sucedido, aunque el único culpable realmente era mi padre.
-No es tu culpa.-dije para intentar consolarlo. Seguía enfadada con él, muchísimo...pero en este momento lo estaba pasando mal, y sentía que tenía que apoyarle a pesar de todo.
-Tienes razón...no es la mía. Es la tuya.-dijo atacándome. ¡Pero será idiota!
-¿Perdona?-dije acercándome sin darme cuenta.
-Lo que has oído...¡si no me hubieras incitado jamás se habría enterado!-me gritó enfadado.
-¡Pero serás cobarde!-dije sin pensar.-¿Cómo puedes ser tan mierdas tío?
-Eres una niñata, Irene. ¡Te crees que lo sabes todo pero no tienes idea de nada!
-¡Aquí el único niñato eres tú! ¡Tendrías que haber tenido cojones de decirlo antes, y así no podrías echar las culpas a otros 5 años después!-dije furiosa.
-¡Lo siento por no ser tan valiente y perfecto como tú!-dijo en tono irónico.
-¡No se trata de ser perfecta, joder! ¡Pero no me eches las culpas a mi por algo que no he echo!
-Dejame sólo, Irene.-dijo terminando la conversación. Apreté las manos en puños mientras me iba a mi habitación para encerrarme. Cuando entré, cerré la puerta de un portazo, y me tiré en la cama. El sentimiento que me recorría el cuerpo poco a poco me estaba matando. ¿Tendría que haberme callado? ¿O he hecho bien en decirlo? Sea lo que sea me siento culpable, y no debería estar así. Odiaba a mi padre, llevo esperando esto desde entonces, pero ahora, ya no me hace tan feliz como pensaba. Además, la que más pena me da es mi madre. No tengo una gran relación con ella, es verdad, pero me duele muchísimo el pecho cada vez que me imagino su cara en mi cabeza cuando Alex se lo ha contado. Me siento mal, muy mal. Incluso por mi hermano. Lo único que tengo claro es que le he hecho una encerrona, pero era el mejor momento para confesar, al estar los cuatros presentes...mierda, Ale. Me levanté de la cama de un brinco y salí de mi habitación hasta la de en frente que es donde está la suya. Estaba cerrada, así que llamé antes de entrar.
-¿Puedo?-dije asomando únicamente la cabeza.
-Si.-dijo asintiendo. Cuando pasé, vi como estaba sentada en el suelo, con un montón de muñecas y bebés a su al rededor, la mayoría heredados de mi. Me senté en la cama a su lado y esperé a que me dijera algo, pero solo se preocupaba de peinar a la barbie con el vestido rosa que tenía entre sus pequeñas manos.
-¿Dónde estabas?-dijo sin mirarme mientras seguía peinando el pelo se su muñeca.
-En casa de una amiga.-dije sin pensar.
-Ah.-dijo dejando su muñeca en el suelo, y sacando otra de la caja forrada con papel rosa con corazones.-¿Era una amiga mala?-dijo mirándome por primera vez desde que había entrado.
-¿Mala?-dije confusa.-No...no, para nada.-dije mientras pensaba en Raúl.
-Vale.-dijo únicamente. ¿Sabría algo?
-¿Por qué lo preguntas mi amor?-dije cariñosamente.
-No por nada...-dijo dando de beber con un biberón a un bebé.
-Cielo, ¿que pasa?-dije insistiendo.
-Mamá estaba muy preocupada...-dijo metiéndose un mechón rubio detrás de la oreja.
-Mi niña...-dije bajando de la cama y sentándome en el suelo con ella. La cogí en brazos y la senté encima de mis piernas.-Fue porque no la había avisado y se asustó, no te preocupes por eso, ¿vale?-dije abrazándola lo más fuerte que pude. Ale se removió un poco, y cuando se acomodó, torció la cara y me miró fijamente.
-Te quiero tati.-me dijo.
-Y yo a ti mi vida.-dije volviéndola a abrazar. Daría lo que fuera por meterla en una burbuja y que no pudiera sentir ni saber nada de lo que pasa en casa. A partir de ahora, espero que mucho más tarde, se enterará de que su padre ya no vivirá aquí. Y sé que eso la hará sufrir, y yo...yo no quiero que lo pase mal. De hecho si pudiera, me tragaría su dolor para pasarlo yo misma. Yo ya estoy acostumbrada a algo así.
-¡Irene!-me gritó Alex a través de la puerta. Levanté a Ale con cuidado, y me dirigí a la puerta. ¿Qué quería ahora?
-Ven.-dijo cuando abrí la puerta.
-Ahora vengo, ¿vale?-la dije a mi hermana.
-Vale.-me respondió antes de que cerrara la puerta.
-¿Qué quieres, Alex?-dije secamente.
-He decicido quedarme aquí este fin de semana.
-¿Qué?-dije sin dar crédito. Llevaba sin dormir una noche con nosotros desde que se largó a estudiar a Madrid con 18 años.
-He intentado hablar con mamá, pero no ha querido abrirme la puerta.-dijo con dolor en la voz.-Así que me quedaré para apoyarla.
-¿Y por qué me lo cuentas?-dije con tono borde.
-Porque como no tengo habitación, te iba a proponer dormir con Ale en la cama de abajo, y yo duermo en tu cama. Seguro que le hará mucha ilusión dormir contigo.
-Está bien...-dije después de pensarlo un poco.
-Gracias.-dijo rascándose la cabeza.-¡Por cierto!-dijo antes de que me hubiera dado tiempo a darme la vuelta.-Lo siento.
-No te preocupes.-dije fingiendo una pequeña sonrisa.
-He oído mientras estaba en el sofá como una canción, creo que es tu móvil.-dijo cambiando de tema.
-Vale, gracias.-dije yendo a mi habitación para cogerlo. Cuando llegué, lo desbloquee y tenía tres mensajes diferentes;
Espero que no se te haya olvidado que tenemos que hablar...
Este era un mensaje de Pablo.
Tia llevas desaparecida desde la mañana del viernes, ¿sigues viva? Hemos quedado para ir a cenar, ¡vente!
Me decía Sofia. ¡Falsa! Gritó mi subconsciente.
Aunque no quieras tenemos que hablar...me ha encantado estar contigo esta noche.
Decía Raúl en el tercer mensaje.
¿Con quien narices quedo?

Dejadme respirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora