Sentimientos

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-¿Por qué?-dije un poco confusa. No me imaginaba que fuera a pedirme perdón, no es su estilo.
-Por lo de antes...-dijo acercándose a mi dando un paso. Yo retrocedí otro, y el puso por un momento cada de decepción, pero se recuperó enseguida.
-No ha sido culpa tuya.-conseguí decir con un nudo en la garganta. Para mí, habría sido más fácil hablar con mi padre que con él en este momento, y ya es decir...
-Si que lo ha sido...-dijo apoyándose en la encimera de la cocina.
-Pero...
-Tsss...dejame terminar.-dijo interrumpiéndome por cuarta vez. Puse los ojos en blanco y le dejé continuar su discurso.-No sé que me ha pasado la verdad...no tenía pensado hacerlo pero...
-¿Pero qué?-dije fríamente.
-Joder, que estabas medio desnuda en mi cama, ¿qué querías que hiciera?-dijo acercándose otra vez a mí. Yo volví a alejarme y me choqué con el fregadero, pero no puse ninguna expresión de dolor.
Me había quedado totalmente en blanco...¿y qué narices le decía?
-Hombre, pues esperar por lo menos una semana antes de querer acostarte conmigo.-dije a modo de reproche.
-¿Y ahora te preocupas por Raquel?-dijo riéndose a carcajadas.
-Ella me da igual.-dije con desprecio.-Pero lo que sí me importa es que me uses para darla celos o para olvidarla. ¡No soy el segundo plato de nadie!-dije elevando la voz al final. Se lo solté así, tal cuál, sin pesarlo si quiera. La sinceridad me va a dar muchísimos problemas a lo largo de mi vida.
-¡No eres mi segundo plato!-dijo también alzando la voz.
-Claaaaaaaro...-dije con tono irónico.
-Raquel me dejó sin darme ningún motivo, y a mi desde hace tiempo ya ni si quiera me gustaba. Me acostaba con ella y ya está. No sentía nada por ella desde...
-¿Desde...?-dije para arrancarle las palabras. Lo que le costaba hablar a este chico...
-Desde que te conocí.-dijo mirándome fijamente para examinar mi expresión.
Ahora si que no sé que decir. ¿Siento yo lo mimo por él? ¿Realmente siento algo, lo más mínimo? No lo sé. Esta relación es como una bomba de relojería, nunca sabes donde te va a explotar...y tengo miedo de eso. Bueno...realmente le tengo miedo a todo en esta vida. A la soledad, a los insectos, a los espacios cerrados...pero por último, y no por ello menos importante, tengo miedo al amor. Bueno, más que miedo es pánico. Cuando llegué aquí tenía las ideas bastante claras. No me iba a enamorar de ninguno chico,y no iba a hacer nada de nada con ninguno. Y de momento ya me he liado con dos, y con un casi...casi lo hago. ¿Pero realmente siento algo por Raúl, o simple es atracción? ¿Y con Pablo? Joder, nunca he estado tan solicitada como ahora. Lo que no podía seguir haciendo es jugar a dos bandas. Definitivamente, no. O uno, o otro, o ninguno, claro. A ver, reflexionemos: Pablo se portó muy bien conmigo, pero cuando las cosas se torcieron en el hospital, dejó de venir a visitarme. Raúl, estuvo conmigo todos los días, y por lo que me ha dicho se que le importo, al igual que a Pablo. Pero sin embargo, Pablo me cae bien, pero Raúl la mayoria de las veces me saca de quicio...¿Con quién quedarme? Los dos me ofrecían diferentes cosas, pero no era ético, y yo nunca he sido de esas. De echo solo he tenido una relación "seria". Esta noche me pondría música y pensaría sobre esto más detenidamente.
-¿Irene estás ahí?-dijo chascando los dedos delante de mi cara para bajarme de la nube de pensamientos en la que me encontraba sumergida.
-Eh...si, si perdona.-dije un poco avergonzada.
-¿Me has oído?-dijo sentándose en la mesa de la cocina y removiendo el colcao de su vaso con una cucharita de metal.
-¿Qué me habías dicho lo último?-dije sentándome en frente suya, haciendo lo mismo que él con mi colacao.
-Que te quiero.-dijo mirándome fijamente. ¿Por qué me intimadaba tanto que me hiciera eso? No podía ni mantenerle la mirada más de 5 segundos...
-Yo...no sé que decir...-dije jugueteando nerviosa con un mechón de mi pelo.
-No tienes que decir nada.-dijo levantándose de la mesa de mala gana.-Lo mejor será que te vayas.-dijo saliendo por la puerta.
¿Pero qué mosca le ha picado? Me dice que me quiere, ¿y luego me echa? Puse los ojos en blanco y me bebí de un trago lo que me quedaba en el vaso. Me levanté, y fui a la terraza a coger mi ropa. Hoy hacía un día espléndido, y eso que solo eran las 11 de la mañana. Cuando la descolgue del tendedero, fui a su habitación para cambiarme de ropa. Pensé que estaría echado en la cama, pero en vez de eso, estaba en el baño con la puerta cerrada. Mejor, así no tendría que pasar por lo de antes otra vez.
Cerré la puerta para cambiarme por si acaso salía y me pillaba sin ropa. Cuando terminé, le dejé doblada la ropa prestada encima de la cama, y cogí mi móvil de la mesa. Lo desbloquee, y tenía un montón de notificaciones: unas 30 llamadas perdidas de mi madre, y 60 mensajes en el WhatsApp. Madre mía, me daba hasta miedo mirarlo. Cuando lo abrí, casi todos los mensajes decían:
Te vas a enterar cuando llegues a casa.
No vas a salir en años.
Ni un mísero mensaje me mandas.
Ya verás cuando te dignes a volver a casa.
Ya me contarás que hacías con el chico ese en su casa.
Y similares. La que me esperaba en casa era buena, pero sinceramente ya me daba igual qué me dijera. Porque después de discutir durante dos horas, nos perdonaríamos y haríamos como si nada.
Me metí el móvil en el bolsillo y salí de su habitación. Cuando iba por el pasillo, Raúl salió del baño.
-¿A dónde vas?-dijo yendo detrás de mi.
-Tú me has echado, ¿recuerdas?-dije con tono enfadado. ¿Pero de qué va este chico?
-No lo decía en serio.-dijo interponiéndose en mi camino.
-Pues a mi me ha sonado muy en serio.-dije intentado apartarle para salir por la puerta.
-Por favor, no te vayas.-me rogó.
-Hasta el lunes, Raúl.-dije saliendo por la puerta cuando éste decidió apartarse.
Llamé al ascensor y se abrió en el acto. Me metí y pulse el botón de la planta 0. Cuando se estaba cerrando el ascensor, Raúl se metió estratégicamente sin pararlo y se cerró antes de que pudiera echarle.
-¿Qué haces?-dije alejándome de él y chocando con una de las esquinas.
-Intentar converncerte de que vuelvas.-dijo manteniendo las distancias.
-Lo primero que tienes que aprender de mi, es que me tomo las cosas muy en serio. Como digas que me vaya, me voy. No hay vuelta atrás.-dije apartando la mirada de sus grandes ojos marrones.
-No sabía lo que decía, creeme...-dijo mientras oíamos un gran ruido que provenía del ascensor. Después, se paró en la segunda planta. Lo que me faltaba...

Dejadme respirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora