Recuerdos

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Esperé con su conversación abrierta todo el tiempo que estuve esperando a Ale, pero no se conectaba. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Solamente le he mandado un mensaje preguntándole por su abuela...¿me responderá bien o borde cómo las últimas veces? Aún recuerdo exactamente cómo me besó en el ascensor...y cómo pasó de ti luego, me dijo orgulloso mi subconsciente. Yo deseche esa parte de la historia de mi cabeza y seguí pensando en aquel beso y en lo que de verdad significó para mi. Era la segunda vez que besaba a un chico...el primero fue mi mejor amigo de toda la vida que tenía en Texas.
Era un día soleado en mi barrio, y era una mañana perfecta para ir al parque a jugar. En ese momento yo acababa de cumplir hace nada 5 años. Cuando estaba en el parque con mi hermano y mi madre, yo insistí para que me comprara un helado en la heladería de la esquina. Hacía calor así que me lo compró. Al hacerlo, tan contenta, me fui con mi helado hasta los columpios, y allí me senté. A parte de mi hermano y mi madre, había varios niños en el parque. Un grupo jugando a la pelota en la hierva, y otro niño rubio y ojos azules con su madre haciendo castillos de arena. Uno de los niños que estaba jugando a la pelota, la lanzo hacia mi, dándome y tirando mi helado al suelo. Yo me puse a llorar porque quería mi helado. Yo estaba furiosa con aquel niño por habérmelo tirado y por no haberme pedido perdón, como mi madre siempre me decía que era lo que había que hacer. En ese momento, el niño rubio se acercó a mi y se subió al columpio que estaba a mi lado. Miró al helado derritiéndose en el suelo, y después a mi. Él tenía en la mano la mitad de su polo de naranja, y me lo ofreció con una sonrisa. Yo dejé de llorar y lo cogí con una sonrisa. Desde entonces, fuimos mejores amigos inseparables...

-¡Tati, tati, vamos!-me decía mi hermana tirándome de la chaqueta para abajo, saliendo así de mi recuerdo.
-Ay, perdona cariño...vámonos.-dije cogiéndola de la mano. En el camino, la miraba de vez en cuando. Me recordaba tanto a mi cuando tenia su edad...tan risueña y feliz. Sin preocupaciones y ajena a todo lo que pasaba al rededor. Por un momento pensé que se me iba a escapar una lágrima al recordar todos los problemas que tuvo mi hermana para nacer. Respiré hondo y miré al cielo para que no se me escapara ninguna lágrima, pero no podía parar de pensar en todo lo que sufrimos...
Mi madre se quedo embarazada otra vez cuando yo tenia 12 años. Esperaban otro hijo con muchísimas ganas. Fue una hija muy deseada, al igual que yo. En el tiempo del embarazo, mi madre tuvo que estar en reposo para no perjudicar al bebé. De hecho, todos los medicos creyeron que no llegaría a nacer, que tendría un aborto natural. Pero Ale se agarró a la vida como pudo. Ella estaba de pie, no se colocó con la cabeza en el canal del parto, porque tenía una brida amniótica que la partía en dos la bolsa, por lo que no tenía espacio para darse la vuelta. Eso también podía provocar que por falta de espacio, naciera sin alguna parte del cuerpo, como un dedo, o una oreja. Pasamos un embrazo horrible, preocupados por si nuestra hermana llegaría a nacer. A pesar de las pocas posibilidades, gracias a dios consiguió nacer hace 4 años sin ningún problema. Mi madre estuvo de depresión todo el embarazo, lo que provocó que yo y mi hermano también estuviéramos tristes por ella, y por nuestra hermana.

Ahora, cada vez que la miro a lo ojos, y la veo aquí, con nosotros, la felicidad se me sale por los poros. Probablemente no querré a nadie mas que a esa canija en mi vida...
Llegamos a casa y empecé a preparar la comida que me había mandado mi madre. Cuando ya casi tenía hechos los macarrones, llamaron al telefonillo. Miré el reloj alarmada por si se me hubiera pasado el tiempo y fueran, aunque era muy improbable, las siete. Pero solo eran las cuatro. ¿Quién será? Salí de la cocina y cogí el telefonillo que ya había llamado tres veces.
-¿Si?
-Irene, soy Alex.
¡Mierda mierda, se me había olvidado que venia mi hermano a comer!
-Eh...te abro.-dije alejándome el teléfono de la oreja y pulsando el botón para que se abriera la puerta del portal. Mientras subía, termine de echar el tomate a los macarrones y empecé a servirlos en los platos cuando llamaron al timbre de casa. Me limpié las manos de tomate con papel de cocina mientras iba nerviosa a la puerta. Hace por lo menos 1 año que no le veía.
-Hola Irene.-dijo al abrir la puerta.
-Hola... Alex.
-Cuánto me alegro de que estés aquí, bueno, que estéis aquí. Os he echado de menos.
-¿También nos echastes de menos cuando te largaste de aquí a estudiar?-dije con todo el rencor que le tenía guardado por abandonarme.
-Irene...-dijo cerrando las manos en puños por la rabia. Pero me daba igual.
-No, ni Irene ni nada. ¡Te fuiste por el camino fácil y me dejaste sola!
-¡No tenia elección!-dijo elevando la voz más que yo. Pero a mi no me imponía lo más mínimo.
-¿Y qué pretendes, que vengas a visitarme una vez al año y te cuelgue la medalla de hermano perfecto? ¡Así no son las cosas!
-Déjame pasar y hablamos dentro, por favor...-dijo lo más tranquilo que pudo.
Yo me aparte a un lado, y él entró. En cuanto lo hizo, mi hermana se fue corriendo a sus brazos gritando su nombre. Bendita inocencia.
Estuvieron unos minutos dándose abrazos y besos y diciéndose cosas tiernas. Yo me quede en segundo plano esperando a seguir discutiendo con él.
Al verme cruzada de brazos apoyada en la pared, dijo:
-Vamos a la cocina para que comas con los dibujos, mientras Irene yo hablamos de nuestras cosas, ¿vale mi vida?
-¡Vale!-dijo tan contenta.
Seguí en esa posición hasta que terminó de echarle la comida y encenderla la tele. Cuando salió de la cocina, cerró la puerta y se acercó a mi.
-Vamos lo más lejos posible, e intenta no gritar, no quiero que se entere de nada.
-¡Anda! ¿ahora te preocupas por ella?-dije en tono sarcástico.
-Irene...no seas una cría y habla como la adulta que te considero.
-Vete a la mierda.-dije dándome la vuelta y yendo hasta la habitación más alejada, la de mis padres. Él me siguió y nos pusimos uno en frente del otro.
-No tuve otra opción Irene, no la tuve...-dijo con voz ronca y dolorida.
-¿No tenías mil universidades donde elegir que no estuviera en la otra punta del planeta?-dije enfadada.
-Joder...no fue por la puta universidad, ¿vale?
-¿Y entonces porqué fue? Porque esa ha sido la explicación durante todos estos años.-dije alargando la palabras "todos" de forma exagerada.
-No es el momento de hablar de eso, Irene.
-¿Qué? ¿Y cuándo me lo vas a contar, el año que viene?-dije volviendo a elevar la voz.
-No hagas esto más difícil de lo que ya es por favor...
-Sal de casa.-dije señalando con el dedo a la puerta.
-¿Qué?-me dijo sorprendido.
-No voy a aguantar que estés en mi casa y encima que me mientas. Despídete de Ale y márchate.
Al ver que no se movía del sitio, continúe hablando.
-Cuando tengas intención de ser sincero conmigo, ven cuando quieras.-vi como aún no tenían intención de irse.-No me obligues a echarte.

Dejadme respirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora