Alivio

222 10 7
                                        

-Buenas tardes, soy Carlos, el médico que ha estado encargado de su hija esta semana. Por favor, sientensé.-dijo acompañado con un movimiento con la mano para ofrecerles asientos a mis padres y a mi en los sillones de la consulta.
-Encantada.-dijo mi madre estrechándole la mano.
-Hola.-dije haciendo el mismo gesto que mi madre.
-¿Cómo te encuentras Irene?-dijo mirándome fijamente a los ojos. Aquello me incomodó un poco. Estaba un poco nerviosa por si nos había citado para decirnos algo malo. Hace un par de días que pude levantarme de la cama y hoy me darán el alta después de hablar con él. Llevo ya dos semanas aquí y parece que ha pasado escasamente un día como mucho. Estar en coma te aleja de la realidad, y pierdes la percepción del tiempo. Puedes oír lo que pasa a tu al rededor, como en mi caso, pero no puedes decir ni hacer nada. Y ya sólo pensarlo me pone los pelos de punta. Hablando de lo que me pone los pelos de punta, Raúl ha venido todos los días desde la "pelea" que tuvo con Pablo, pero éste no ha vuelto a aparecer por aquí desde que hablé con él. ¿A qué se puede deber? ¿Qué cambio desde que hablé con él?
-¿Irene?-preguntó el médico sacándome de mis pensamientos. Por si no me hubiera enterado, mi madre me dio un codazo para asegurarse que seguía en este planeta.
-Eh...bien, estoy bien.-conseguí decir.
-¿Has notado algo raro desde que despertaste del coma?-dijo totalmente serio y sin apartar la mirada de mi. Prácticamente ni le veía pestañear. Me estaba poniendo realmente nerviosa.
-Eh...no, nada.-dije con el tono más calmado que pude. ¿Me puede decir de una vez si tengo algo para poder salir de aquí de una vez? Tengo ganas de volver a casa.
-Bien.-dijo haciendo un parón para teclear en el ordenador. ¿Por qué se estaba haciendo el misterioso?-Las últimas pruebas de estos días no has dado un resultado bastante claro. Has sufrido una hipoglucemia.-dijo y volvió a escribir en el ordenador. Mi madre y yo nos miramos extrañadas ya que no teníamos ni idea de que narices estaba hablando.
-Consiste en una bajada del nivel de azúcar en la sangre-dijo como si nos hubiera leido la mente.-Normalmente es frecuente en las personas diabéticas, pero realmente le puede pasar a cualquiera. Eso y la leve contusión en la cabeza provocaron que entraras en coma.-volvió a hacer un parón y mi madre suspiró de la tranquilidad que en cierto modo le provocaron sus palabras. Seguramente se esperaba algo mucho peor.-Tendrá que volver dentro de unos meses para comprobar que efectivamente no seas diabética, pero por lo demás todo esta en orden. Desayuna y come bien y no deberías de tener más problemas de ese tipo, ¿vale?
-Vale.-repetí sin ningún tipo de emoción. Realmente es un alivio, pero no me hace gracia que no haya descartado totalmente que pueda ser diabética.
-Si tiene alguna duda más, en la próxima cita que tengamos no tendré ningún inconveniente en resolverlas.
-Gracias doctor.-dijo mi madre volviéndole a estrechar la mano.-¿La cita la pido abajo o...?
-Si, pidela abajo y dentro de unos días les llegará una carta con dicha cita.
-Esta bien, ¡hasta luego!-dijimos mi madre y yo al unísono.
-Adiós.-respondió el médico.

Estuve toda la tarde tirada en el sofá, "recuperándome". Realmente estaba perfecta, me sentía bien, pero mi madre vio mejor que no hiciera nada por si acaso, por lo menos los primeros días.
Pase la tarde leyéndo un libro que me compararon las navidades pasadas que ni si quiera me acordaba que tenía. Se llamaba Maravilloso desastre, e iba de una chica que se enamoraraba del típico chico malo que no la conviene. En realidad, el argumento se basaba en eso, pero había juzgado el libro por la portada. Me enganchó tanto que en un par de horas me lo terminé entero. Había pasado a ser mi libro favorito, y en cuanto terminé de leermelo tuve ganas de volver a empezarmelo. Es impresionante como un libro puede llevarte a otra dimensión. Es increíble los efectos que tiene sobre la gente. Es una forma maravillosa de soñar con los ojos abiertos. Realmente nunca había sido una chica de leer mucho. A lo mejor era porque no había encontrado los libros acertados, o porque creía que no habría ningún libro que pudiera meterme en la historia tanto como lo hizo ese libro. Y probablemente nunca viviré esas experiencias, y seguramente nadie lo haga, pero la sensación de que puedes ser quien quieras ser durante la lectura de un libro, es algo que me había impresionado.
Como una nueva fan de la lectura, empecé a leerme un libro que mi madre tenia empezado desde hace tiempo, PD: te quiero. Tenía pinta de ser bueno, pero en cuanto me dispuse a leer, alguien llamó al telefonillo.
Me fui a levantar pero mi madre me echó una mirada para que no moviera ni un dedo y tuve que hacerla caso.
-¿Si? Claro, sube.-dijo colgando el telfonillo y abriendo la puerta de casa.
-¿Quién es?-dije cerrando el libro.
-Sofia, una amiga tuya de clase.-dijo con una sonrisa en la cara. ¿Por que la hacía tantísima ilusión siempre cualquier cosa relacionada con mis amigos? Ni que nunca hubiera tenido...
-¿Se puede?-preguntó Sofia educadamente.
-Claro, pasa.-dije incorporándome en el sofá. Yo llevaba puesto un pijama rosa con corazones y una camiseta blanca básica. Era el uniforme cada vez que estaba mala, y esta vez no iba a ser diferente.
-¿Qué tal estas tía? Siento no haberme podido pasar muchas más veces a verte, pero tenía que quedarme a cuidar de mi hermano por las tardes.
-¿Viniste a verme?-dije perpleja.
-Si, ¿no te lo han dicho?-dijo extrañada sentándose en el único hueco libre del sofá que había dejado.
-Eh...no, no me han dicho nada.-dije colocando el libro encima de la mesa para que no se cayera al suelo.
-Bueno tía, ¿y qué tal estás?-dijo cambiando de tema, pero no le di demasiada importancia.
-Bien, hoy a las 12 me han dado el alta, pero tengo que volver en unos meses para una pruebas por si puedo ser diabética.
-¿Diabética?-dijo metiéndose un mechón detrás de la oreja.-Laura, la chica del cine, también lo es. Así que podrás preguntarle cualquier cosa en caso que lo seas.
-Ah, eso estaría bien, pero dudo qué...
-¡Raúl y Raquel lo han dejado!-dijo interrumpiéndome con entusiasmo. ¿Y a mi que más me da?-¡Por ti!-dijo haciendo un parón y acomodándose en el sofá preparada para contarmelo todo aunque no me interese demasiado.

Dejadme respirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora