Terminé de ducharme lo más rápido posible para evitar otra invasión en el baño por su parte. Al terminar, corrí la cortina y me sequé los ojos y las manos con la toalla que me había dejado en el váter. Me la envolví por el cuerpo para secarme y salí de la ducha. Me cepille el pelo con un peine que supuse que sería de su madre. Después, me fijé en la ropa que me había dejado. Era una camiseta negra de manga corta, que por la talla me quedaría más o menos a la altura de los muslos. Y debajo de ésta, unos bóxer negros. ¿En serio pensaba que me iba a poner su ropa...interior?
-¡Cómo va todo! ¿Necesitas ayuda?-dijo a través de la puerta.
-¡Estoy perfectamente, gracias!-dije poniéndome la camiseta encima rápidamente por si entraba sin permiso. Me acerqué a la puerta y puse la oreja para comprobar que se iba. Y así fue, oí cómo caminaba y se iba alejando de la puerta con pasos firmes. Así que me relaje dando un suspiro y me puse los bóxer. Se pensará que no voy a atreverme a salir así, pues lo lleva claro. No sabe con quién está jugando.
Me estire lo que pude la camiseta para que me cubriera lo más posible, y con todo el coraje y orgullo que pude recoger, salí del baño y me dirigí al salón de dónde provenían luces y voces, seguramente de la televisión. Cuando aparecí por la sala, Raúl estaba tan concentrado en ganar el partido de fútbol en la play, que ni me vio llegar. Hice un ligero carraspeo, y sin apartar la mirada de la pantalla, me dijo:
-Has tardado menos de lo que me esperaba.-dijo con tono irónico.
-¿Tienes secador?-dije esquivando su pregunta.
-En el segundo cajón del estante.-dijo mientras se recolocaba en el sofá con el mando aún en las manos. Cuando me di la vuelta para cogerlo, volvió a hablarme:
-El enchufe del baño no funciona, tienes que engancharlo ahí.-dijo mirándome por primera vez desde que había salido de la ducha. Juraría que se había quedado embobado al verme, si fuera tan creída como para pensarlo si quiera.
-¿Te traigo el babero?-dije sin pensar. ¡Mierda, mierda!
-Chapó.-dijo volviendo a mirar a la pantalla. ¿Por qué no podía haber mantenido la boca cerrada? Fui al baño y cogí el secador del cajón que me había dicho. Volví al salón y lo coloqué en el único enchufe libre que encontré. Empecé a secármelo de espaldas a él para evitar tener contacto visual. Estaba un poco incómoda con esta situación, pero era esto o tener que aguantar ver la cara a mi padre y evitar soltar todo de golpe. De repente, note cómo me ponía una mano en la cintura, y la otra me cogía la mano que sujetaba el secador y lo apagaba. Lo cogió y lo dejó encima del mural. Con la mano que tenía en la cintura me dio la vuelta y me puso enfrente de él. Pensé que el corazón se me salía del pecho en ese momento, pero conseguí mantenerlo en su sitio, por lo menos hasta nueva orden. Se acercó a mí aún más, y pegó prácticamente su boca a mi oreja.
-Estas guapísima con mi ropa.-dijo en un susurro.
-Raúl yo...-dije intentando alejarme de él.
-Tsss...-dijo metiéndome un mechón por detrás de la oreja.-No seas un zorra y vamos a divertirnos un rato.-dijo mientras paseaba sus dedos por mi muslos, dejando la piel de gallina a su paso.
-Dejame por favor...-le supliqué, pero no quiso hacerme caso. Cada vez se pegaba más a mí y empezó a besarme posesivamente. Yo intenté de todos los modos apartarme, pero no conseguía nada. Él era más fuerte que yo y lo sabía, sabía que podía controlarme. Intenté gritar pero su boca pegada a la mía ahogaba mis gritos y los convertían en ridículos grititos. No paraba de tocarme por todas partes. Notaba como 800 dedos recorrían cada centímetro de mi piel, y me estaba volviendo loca, pero loca de remate...-¡Irene, despierta! ¿Estás bien?-me preguntaba Raúl una y otra vez mientras agitaba mis hombros para despertarme. Joder...había sido horrible. Me estaba acosando en un sueño, ¿en qué narices pensaba mi mente para llegar a algo así?
-¡Irene!-volvió a gritarme.
-Si...si perdona.-dije avergonzada por haber soñado algo tan...¿tan íntimo?
-No parabas de gritar y de...-dijo mientras se reía sutilmente.
-¿Y de...?-dije incorporándome en el sofá en el que había estado dormida.
-De gritar mi nombre...-dijo a punto de estallar a carcajadas. ¡No puede ser que de verdad halla oído lo que decía! Hacía años que había dejado de hablar en sueños...y justo hoy tenía que empezar de nuevo. En serio, ¿quién se estaba riendo tanto a mi costa allí arriba?
-Eh...yo...-dije intentado explicarme. Bueno, en realidad intentaba inventarme algo que no fuera tan vergonzoso como contarle que había tenido una especie de sueño erótico con él.
-¿Qué soñabas?-dijo intentando no partirse de risa más de lo que ya se había reído anteriormente.
Piensa rápido Irene, piensa rápido..., repetía en mi interior una y otra vez hasta que se me encendió la bombilla encima de la cabeza.
-He soñado que me estaban robando, y te llamaba para que me ayudaras.-dije como si nada, como si no fuera también muy penoso.
-Ah...-dijo mirándome fijamente.
-¡En serio!-dije al ver que por la cara que me ponía no se creía ni una palabra de lo que le decía.
-Ya...ya...si te creo...-dijo con un tono demasiado irónico para mi gusto.
-¿Qué hora es?-dije para cambiar de tema sutilmente.
-Las diez.-dijo mirando el reloj de su muñeca.
-¿Cuánto tiempo he dormido?-dije restregandome los ojos con los dedos, debido al sueño que tenía. Realmente no me acordaba cuándo terminaba la vida real, y cuándo había empezado el sueño.
-Después de ducharte y secarte un poco el pelo, te tumbastes y te quedaste frita al instante.
-Vaya...-dije realmente sorprendida.-Y qué tal todo?-dije por cambiar de tema otra vez.
-Bueno...no me puedo quejar pero...ya sabes.-dijo acompañando su frase con un gesto con la mano.
-¿Que se supone que sé?-dije extrañada. No será lo de...¡Raquel!
-Ah claro, no estabas en clase cuando pasó...
Si, definitivamente se refería a lo de Raquel.
-¿Qué pasó?-dije mientras me hacía la loca.
-Hace unos días me dejó Raquel.-me dijo tan tranquilo. ¡Los tíos y su pose de que todo les da igual!
En ese momento en el que iba a contestar, sonó el timbre. ¿Quién puede ser a estas horas? Raúl me miró tan confundido como yo a él, y se levantó para abrir la puerta. ¿Quién será?

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Dejadme respirar
RomanceIrene es una chica de Texas que llegó nueva a un instituto de Madrid debido a una serie de sucesos que cambiaron su vida para siempre. Allí conocerá a dos chicos, Pablo y Raúl, que harán que su vida sea aún más complicada. Secretos, mentiras y coraz...