Pasado

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Salí de la cafetería decidida para irme de allí cuánto antes, meterme en la cama y dormir hasta el fin de mis días. Mi cabeza daba vueltas ante tanta información de golpe. Mi curiosidad me obligaba a volver a por el resto de la historia, pero mi corazón me gritaba que no siguiera con ésto más tiempo. Cuando llegué al cruce, me paré y oí los pasos de unos zapatos contra el duro asfalto.
-¡Irene...por favor...escuchame...vuelve...!-dijo respirando costosamente por la carrera que se había echado para alcanzarme.
-No quiero oír ni una palabra más.-dije cruzando al ver que ya se había cambiado el semáforo a verde. Alex me siguió colocándose a mi lado pero sin decir nada. Caminamos hasta mi portal los dos en silencio, hasta que me dispuse a abrir la puerta, en la cuál se puso delante para impedírmelo.
-Déjame pasar, Alex.-dije lo más tranquila que pude.
-No...no hasta que no sepas toda la historia.-dijo decidídamente. Tenía razón, ¿qué perdía por escuchar toda la historia, cuando ya me había contado lo peor? Tendría que aguantar hasta el final, por mi, por él...para entenderlo.
-Continúa...-dije aún no muy convencida.
-Está bien...

Después de la conversación en el coche con papá, me quedé frito en el coche. A la mañana siguiente, tenía muchas lagunas de lo que pasó, aunque me acordaba más o menos de lo importante; de lo que ví...de la que lié en aquel bar... Lo demás, lo fui enlazando con lo que me contaron mis amigos, de lo que ellos recordaban...claro, y de lo que me contó papá.
Después de unos días, ya tenía todo reconstruido, cada momento y cada conversación. En cuánto lo tuve, fui a hablar con papá:
-Ya lo sé todo.-dije secamente.
-¿Y bien?-dijo mientras apagaba la tele y se recolocaba en el sofá.
Yo mire de un lado a otro para ver si estaba o no mi madre, pero mi padre me resolvió la duda como si supiera en qué estaba pensando.
-Tu madre no está, ha salido a comer con unas amigas.-dijo como si nada. Maldito capullo. ¿Cuánto tiempo llevaría engañando a mi madre? Estuvimos un rato callados, mirándonos sin decir ni hacer nada, hasta que rompió el silencio.
-Alex...yo quiero a tu madre...
-No la querrás mucho si la pones los cuernos.-dije sin pensar. El puso cara de dolor, como si le hubiera clavado un puñal el pecho y se lo estuviera retorciendo lentamente.
-Fue un error, ¿vale? No sabia lo que hacía...
-Sabes que no fue un error, sabes que ella no te obligó a nada.-dije ya enfadado. ¿Encima tenía la cara de mentirme?-¡Se un hombre joder y reconócelo!-dije alzando la voz demasiado.
-Tu madre y yo no estábamos en nuestro mejor momento...-dijo excusándose.
-¿De verdad esa es tu mejor excusa?-dije dando vueltas por el salón para relajarme.
-Si...-dijo poco orgulloso de sí mismo.
-No me voy a callar...-dije en un susurro cambiando de tema.
-Si lo harás.-dijo mirándome fijamente, intentando desestabilizarme.-O sino ya conoces tu destino.
-Sabes que no serías capaz.-dije desafiante. Esto me sonaba a la conversación que tuvimos ese día en el coche.
-Creeme que por mantener este matrimonio sería capaz de cualquier cosa...-dijo cerrando los puños de rabia.
-¿Y no es mejor que te vayas con tu amante?-dije parándome en frente de él.
-Si se lo contaras a tu madre me quedaría en la calle...-dijo desviándose del tema.-No tendría dinero para vivir...-dijo intentando dar lástima.
-¿Y crees que por qué me des pena, dejaré que te salgas con la tuya?-dije medio riéndome.
-A pesar de todo soy tu padre, y sé que no dejarás que me pudra en la calle, al igual que tú no quieres acabar en la cárcel. Y sabes que soy muy capaz de hacerlo...-dijo levantándose del sofá.
¿Qué podía hacer? Si se lo contaba a mamá, le echaría de casa y nosotros no llegaríamos a final de mes. Joder...teníamos que mantenernos de alguna forma, y por mucho que me doliera decirlo, dependíamos totalmente de él.
-Está bien...no diré nada...-vi como sonreía ligeramente.-Pero como vuelva a pillarte hacerlo te juro por dios que no lo ocultaré, ¿está claro?
-Gracias hijo...-dijo acercándose para darme un abrazo, pero me aparté.
-A partir de ahora tu y yo no tenemos ningún tipo de relación. No quiero que me hables, ni que me mires. No quiero saber nada de tí.-dije saliendo por la puerta y dejándole con la palabra en la boca.

Irene estaba más confundida que antes. Parecía como si en su cabeza estuviera enlazando cada detalle que le había contado, para después avasallarme a preguntas.
-¿Qué...qué pasó después?-dijo pensando muy bien cada palabra que decía.
-Cuándo cumplí los 18, me mudé a Madrid para acabar allí mis estudios de medicina...aunque bueno, eso ya lo sabes.
-¿Fue por lo que hizo?-preguntó después de unos minutos.
-En cierto modo sí. Pero realmente fue para hablar con los abuelos.
-¿Con los abuelos?-dijo sorprendida.
-Si, para que me ayudaran a pagar mis estudios y para manteneros allí decentemente.
-Y funcionó...-dijo como si estuviera recordando algo.
-Sí...después de unos meses de mi llegada a Madrid, conseguí convencerles.-dije haciendo una pausa.
Ella se quedó callada así que seguí hablando.
-Se que fui un cobarde. También me fui porque no podía soportar mirar a mamá y saber que la estaba mintiendo. Pero espero que entiendas que lo hice por vuestro bien...lo que nunca imaginé fue que tú le pillarías también...
-Hijo de puta...-susurró clavándose las uñas en la piernas.-Mamá tiene que saber la verdad.
-¡No! ¡No puede saber nada!-dije alzando la voz.
-¿Todavía vas a cubrirle las espaldas? ¡Después de todo lo que ha hecho!-dijo alzando la voz igual que yo.
-¿Qué ganarías, Irene? Dime.-la dije seriamente. Ella se me quedó mirando pensando en lo que decir, pero no se le ocurrió nada.-Lo único que conseguirás es joderla a ella, proporcionarle más dolor del que ya siente.
-Pero debe saberlo...-siguió insistiendo.
-¿De verdad crees que va a perdonarlo?-dije cambiando de tema.
-No lo sé...-dijo confusa.
-¿No crees que se dará cuenta que no podrá vivir con un hombre así, que no podrá volver a ser feliz con él y olvidar lo que la hizo? Simplemente por lo que ya sabe, no podrá perdonarlo. Dale tiempo.-dije abriendo mis brazos para que me diera un abrazo, al ver como las lágrimas se deslizaban por sus sonrojadas mejillas.
Ella se acercó y me abrazó. Se que es duro para ella, durísimo, y que no solo tiene estos problemas. Pero ella es fuerte, y seguramente sea la chica más dura que he conocido en la vida, por lo que podrá con ésto y con lo que se la venga encima, lo sé.

Dejadme respirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora