¡Maldito Pablo!

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-¿Por mi?-dije lo más interesada que pude.
-¡Si, por ti!-me repitió. Estaba ella más emocionada que yo.
-¿Y eso por qué?-dije sentándome cruzando las piernas sobre el mullido y granate sofá que ocupaba casi todo el salón.
-¡No seas tonta, lo sabes perfectamente!-dijo riéndose y cruzando las piernas al igual que acababa de hacer yo.
-No, no lo sé.-dije un poco seca. No me gusta que se ande con rodeos.
-¡Vamos, piensa un poco!-dijo haciéndose la interesante.
-O me lo cuentas tú ya o nada, no voy a pensarlo.-dije para que se fuera de la lengua lo mas rápido posible.
-Está bien...-dijo como si se hubiera echo mucho de rogar.-Pero no se lo puedes decir a nadie. Solo lo se yo y Rebeca, que es la que me lo ha contado.
Yo asenti como si supiera quien es Rebeca y ella continúo.
-¿Te acuerdas cuando te dije que Pablo y tú pegabais?-asenti con la cabeza.-Te volví a mentir, tu media naranja es Raúl.-dijo tan contenta.-¿De verdad ha ido a verte al hospital todos los días?-dijo como si no le diera crédito a lo que ella misma me preguntaba.
-Si, todos.-Recalqué, no como Pablo.
-Que fuerte...ha echo más por ti que por Raquel en 6 meses...
-¿Y eso?-dije realmente sorprendida.
-Desde que empezó a salir con ella, perdió todo el interés. Que no te quepa duda que para conseguirla se lo tubo que currar, pero después...desde que llegaste tú...han aumentado los celos y lo han dejado.
-¿Celosa de mi? Cómo he estado tanto tiempo con él...-dije en tono irónico.
-Pero Pablo le contó a Raquel que iba a ir a tu casa y claro pensó que bueno...eso fue la gota que colmó el vaso para ella.
-¿¡Pensó que la iba a poner los cuernos conmigo!?-dije más alto de lo que pretendía.
-Si...exacto. Yo intenté decirla que no eras así, pero no me creyó. Decía que te veía muy pegada a él y él a ti...
¿Pero esta tía de dónde ha salido? Espera un momento...¿fue Pablo quien se lo dijo? ¿Entonces...fue él quien metió la mierda? No podía haber sido capaz... ¿o sí?
-Y Pablo seguro que metió mierda...no se separó de ella ni un momento antes de que lo dejaran...
¡Maldito cabrón! ¡Se iba a enterar!
-No me lo creo...no me lo creo...-dije repitiéndolo una y otra vez para convencerme de eso. ¿Lo haría para vengarse de Raúl, o de mi por no haberle besado?
-Pues creetelo. Nadie para de hablar de eso en clase, aunque la gente solo sabe rumores, así que no hagas caso a nada de lo que te digan. No puedes fiarte de nadie, como te has dado cuenta.
-Ya...ya me he dado cuenta.-dije mirando para abajo.-¿Y Raúl sabe por qué lo han dejado?
-Que va...le dejó sin darle ningún motivo. A la única que se lo contó más o menos fue a Rebeca, ella me lo contó a mi, y yo a ti. Por favor...no puedes decir nada. Ni a Raúl, ni a Pablo...¡a nadie!-dijo recalcando lo último para que me quedara muy claro.
-Está bien...no diré nada.-dije un poco decepcionada. Ya tenia ganas de cantarle las cuarenta a Pablo. Se iba a enterar ese de que pasta estoy hecha.
-Y...oye, ¿cuándo lo dejaron?-pregunté ya por simple curiosidad.
-Antes de ayer lo dejaron, el lunes.
El día de antes fue cuando hable con Pablo la última vez, y desde entonces dejó de venir a verme. ¡Seguro que es por lo que pasó por lo que lo ha echo! Estaba tan enfadada que ya como costumbre, empecé a clavarme las uñas en la pierna. No he estado tan furiosa desde...desde...

En cuanto salió Caroline por la puerta, Esther se me acercó poco a poco y se sentó en la silla que antes ocupaba mi amiga. Sabia que en ese momento me estaba mirando fijamente, pero no pude. No pude mirar a lo ojos a la que se hacia llamar mi mejor amiga. La misma que en cuanto pudo me la clavó por la espalda...¡no quiero ni verla!
-Irene yo...
-No quiero excusas.-dije secamente.-Dime lo que me tengas que decir y vete de aquí.-dije con tono firme. Debería estar nerviosa, pero aquel sentimiento se estaba sustituyendo por el odio y el resentimiento, y como los dejara salir, no tendría hospital para correr.
-Yo...Irene, lo siento. Entiendo perfectamente que me odies pero...
-¿Odiarte? ¿Por qué? ¿Por mentirme en mi propia cara durante tantos años o por ser una zorra? ¡Dime, por qué debería odiarte!
-¡Yo le quería, joder!
-¿Desde cuándo, un puto mes Esther? ¿Desde que lo dejaste con Richard? ¡Por qué yo llevo toda mi vida!
-¡Me enamore de él al mismo tiempo que tú, y cuando me lo contaste, no quería fastifiarte, joder! ¡Escondí mis sentimientos todos estos años, por ti!
-¡Y una mierda! ¡Si no hubieras querido fastifiarme no te habrías liado con él!-las dos estábamos gritando al máximo, y cada vez que una hablaba, la voz de la otra superaba con creces.
-¡Tú no hacías nada, nunca se lo dijiste! ¡No tuviste cojones de afrontarte a tus sentimientos! ¿Pero sabes qué? ¡Qué yo si! ¡Y no tienes derecho a culparme por ser valiente!-dijo levantándose y tirando la silla al suelo. Entre el espectáculo que estábamos dando, y el golpe seco y ruidoso de la silla al chocar con el suelo, entraron varias enfermeras y se llevaron cogida por los brazos y la fuerza.
-¡No quiero volver a ver tu puta cara en la vida! ¿Te enteras? ¡En la vida!
-¡Estaré encantada, yo tampoco quiero verte, ni en pintura vamos!-dijo desde el pasillo, pero aún así su voz se escuchó por todo el edificio. ¿Qué narices me había pasado? Empecé a llorar y me puse las manos en la cara para taparmela. Se merecía haberme comportado así con ella, aunque, al mismo tiempo, me da mucha vergüenza haberme comportado como una loca.
Espero por su propio bien que nunca más vuelva a cruzarse conmigo, porque no seré dueña de mis actos.

-Tía, ¿te encuentras bien?-me dijo Sofia arrancándome de cuajo de ese horrible pensamiento.
-Eh...si si. Perfectamente.-dije lo más calmada que pude.
-Me alegro. Yo me tengo que ir ya, ¿nos vemos mañana?
-Si, seguramente vaya ya mañana a clase.
-Guay, pues allí nos veremos.
-Sí.-dije intentando poner una sonrisa que no se viera demasiado forzada.
-¡Eh, no te rayes con lo de Pablo, es un capullo!-dijo tocando el botón del ascensor.
-No tranquila, si a mi me da igual.-mentí.
-Genial. ¡Por cierto, mañana nos vamos de excursión al zoo...!-dijo mientras se cerraban las puertas del ascensor.
¡Genial!, pensé irónicamente. Lo que me faltaba.

Dejadme respirarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora