2. 𝐋𝐮𝐤𝐚𝐬 𝐈:𝟐𝟖

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«Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres»

Lucas 1:28


El sol sobre la ciudad de Yabbay. En la noche era incansable, pero en el día, por más extraño que sonara, incluso podría pasar como una ciudad normal. Aunque Wonwoo y Mingyu sabían mejor que nadie que Yabbay City lo era todo menos una ciudad de calma.

—¿Crees que Hansol me dé una linterna nueva y más resistente que la anterior? —preguntó Mingyu, pasando por la amplia entrada de la cueva de la Montaña San Miguel, en las afueras de Yabbay. Las nubes se veían con más cercanía desde ahí y viendo hacia lo lejos se podía observar toda la ciudad en su esplendor.

—Lo hará, no sin antes regañarte, claro. Aparte, ¿qué tan resistente necesitas que sea una linterna para que te dure? —respondió Wonwoo, moviendo las llaves de su sedán entre los dedos. Tenían un llavero de gatito blanco que no concordaba con su vestimenta toda de negro.

Entraron a la cueva oscura y caminaron por el túnel iluminado solamente por la tenue luz del día diez metros adelante, para dar vuelta en una curva en donde se encontraba un elevador de puertas negras. Ahí adentro no se sentía el asfixiante calor de julio.

El panel de control al lado sólo se podía activar desde abajo. Chan era el único que podía permitir el ingreso y la salida de las instalaciones, estaba encargado de eso, pero Wonwoo y Mingyu eran de esas pocas personas que entraban y salían constantemente; eran cazadores, los sabuesos de la organización.

Wonwoo se quitó la medalla de San Benito que colgaba entre sus cadenas del pantalón y la colocó como una llave en un hueco circular donde encajaba perfectamente en la puerta del elevador. Había 13 huecos similares, formando la Constelación de Escorpio, interconectadas con una línea. Actualmente sólo 6 de ellas eran utilizadas.

Solían ser grabadas personalmente, como las medallas que cada uno tenía. Un código de identificación de cada miembro de la organización en la sede de Yabbay.

El panel de control leyó su código. Jeon Wonwoo, alías, Cuervo.

Luego fue el turno de Mingyu. También se quitó la medalla que él llevaba colgando del cuello por una cadena y la colocó en el hueco que le correspondía.

Esa era una manera de saber quién estaba presente en la sede y quién estaba ausente. En el pasado, cuando más personas habían trabajado ahí, era una herramienta muy útil, pero ahora sólo quedaban pocos de ellos. De 13 miembros que podían pertenecer por sede en la organización, sólo 6 trabajaban en la de Yabbay.

La medalla de Mingyu encajó y su código fue leído desde la pantalla de una de las computadoras en la Sala Informática, donde solamente era ocupada y administrada por Chan.

El panel leyó su código también. Kim Mingyu, alías, M.

—¿Chan está en su hora de almuerzo o qué? Prácticamente se la vive frente a esa computado

Te puedo escuchar, no sé si sepas.

Una voz juvenil sonó a través del intercomunicador del panel de control. Wonwoo rió divertido ante el brinco que pegó su hermano del susto.

Y sí, estoy comiendo mi preciado sándwich del día. Tengo las manos ocupadas.

Sin embargo, las gruesas puertas negras del elevador se abrieron frente a ellos junto a la luz blanca del interior iluminando el túnel y los espejos que reflejaron a ambos hermanos.

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora