𝟒𝟎. 𝐏𝐬𝐚𝐥𝐦 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐕:𝟏𝟏

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«Vengan, hijos míos, y escúchenme, que voy a enseñarles el temor del Señor»

Salmos 34:11


Joshua tenía la mirada perdida. Se había comunicado con el Vaticano al respecto de lo que había sucedido y dejaron el asunto de llevar el ángel a la Santa Sede para otro momento.

Le dolía la cabeza y ya no sabía qué hacer con sus pensamientos. Quería descansar pero no podía. Él, exorcista. Mitad humano, mitad ángel. Su madre, Sophia.

Joshua suspiró, pasando las manos por su rostro. Había peleado con sus alas y una espada que podía invocar en cualquier momento.

Quería llorar, pero no tenía un hombro en el que hacerlo.

Se puso de pie para salir de su estudio. Tomaría una ducha y dormiría, no se sentía bien.

Cuando abrió la puerta y salió, se sorprendió de ver a alguien recargado en la pared.

—¿Cómo te sientes, Joshua?

El mayor miró al joven hombre, cerrando la puerta, quedando recargada en ella por la espalda.

—Estoy bien, Seokmin.

¿Cuánto tiempo había estado ahí, esperando a que saliera? Tenía los brazos cruzados y un gesto serio, viendo a Joshua directamente.

—A mí no me tienes que esconder nada, sé que no estás bien.

El exorcista no podía mirarlo directamente porque sabía que era una mentira, pero por alguna razón a Seokmin no le podía esconder nada, aquel joven siempre encontraba la manera de leer dentro de él.

—¿Necesitas hablar? No debo recordarte que aquí estoy para ti, eso ya lo sabes.

Joshua tenía las cejas bajas y un gesto conflictuado. Lo necesitaba, ese hombro en el que recargarse. Y Seokmin se lo estaba ofreciendo.

—Vamos a mi cuarto, si entras en tu estudio no vas a dejar de rumiar y eso no te hará ningún bien.

Seokmin comenzó a caminar y Joshua no pudo negarse, siguiéndolo. ¿Qué tanto había bajado su guardia? Pero eso no importaba.

Fueron al pasillo de los cuartos y se dirigieron al de Seokmin, entrando en él.

Joshua no había estado ahí y Seokmin tenía varios libros y había acomodados sus caballos de latón en el librero. Su habitación estaba muy ordenada y olía al perfume de él.

El exorcista fue a sentarse en la orilla de la cama porque Seokmin se lo pidió, mirando el perfil de Joshua.

—Shua, sé que actúas fuerte para los demás porque ese es tu rol en esta organización, pero conmigo no tienes que hacerlo, puedes ser vulnerable a mi lado, eso no te hará débil —Seokmin habló, preocupado por él.

Joshua se sintió abrazado por esas palabras y la calidez de ellas. ¿Debía permitirse ser vulnerable? No sabía cómo hacerlo, no estaba acostumbrado a eso. Pero tenía que intentarlo. Tomó aire y lo soltó en un suspiro.

—Aún es difícil para mí entender que soy mitad ángel. No sé qué hacer, ahora tengo una responsabilidad mayor por este poder y ya llevo cargando mucho en mis hombros. ¿Cuál es mi papel en todo esto? ¿El Circulus Caelestis lo sabía? La organización sí y hasta que un serafín cayó del cielo y me lo dijo, fue que lo supe yo también y usé la otra parte de mi ser para pelear. Todo este tiempo mis habilidades de exorcista fueron porque soy mitad ángel.

Joshua miró sus manos en su regazo.

—Es un shock para mí, es un cambio muy drástico de perspectiva, el conocer este lado de mí. Ahora entiendo lo difícil que ha sido para Wonwoo y Mingyu ser híbridos humanos y algo más.

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora