𝟑𝟕. 𝐀𝐩𝐨𝐬𝐭𝐞𝐥𝐠𝐞𝐬𝐜𝐡𝐢𝐜𝐡𝐭𝐞 𝐗𝐕𝐈𝐈:𝟐𝟖

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«Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos»

Hechos 17:28


Era un verdadero campo de batalla. Había centenares de esas criaturas que Taumiel había llamado y algunas seguían saliendo de la arena gris.

Pero lo que les sorprendió más no fue ver la magnitud de Taumiel o de su ejército de bestias, sino ser testigos del tercer ángel de alas blancas que se enfrentaba a ellos.

Ese ángel que llevaba una espada de hoja blanca resplandeciente tenía del rostro de Joshua y sus ropas, desgarradas de dónde habían salido esas magníficas alas.

—¿Joshua...? —dijo Seokmin a lo lejos, observando sin poderlo creer. Incluso Wonwoo a su lado estaba atónito.

Los únicos que se habían unido a la pelea eran Junhui, el cual repelía a las criaturas con su espada y sus alas de plata, y Mingyu, que en su estado animal no podía entender que Joshua tenía algo diferente en él, aparte de que estaba muy ocupado quitándose a las entidades de Taumiel de encima.

—Wonwoo, ese es Joshua, ¿verdad? —preguntó Seokmin—. ¿No es una ilusión?

El azabache negó con la cabeza.

—Es él, y creo que tendremos nuestras explicaciones, pero no es el momento ahora, tenemos que pelear y salir de aquí, eso es lo primordial. Las preguntas quedan en segundo plano.

Wonwoo encendió el fuego negro en su mano izquierda y la magia azul en su mano derecha.

—No te separes mucho de mi lado, vas a necesitar un arma, tomaremos una de las lanzas de esos monstruos.

Luego Wonwoo comenzó a correr para adentrarse al hervidero de bestias. Llegó con una y lanzó su fuego negro hacia ella, quemandola en su agonía. La criatura soltó una lanza y el cazador la tomó, pasándosela a Seokmin que al principio la sostuvo con cierta duda, pero había decidido pelear y ahí estaba. Miró con determinación hacia donde estaba el ángel de alas blancas más allá. Tenía que llegar con él.

—Vamos, Seokmin —Wonwoo lanzó su magia azul en una ráfaga que repelió a varias bestias y otra lo atacó con una lanza que el azabache esquivó con un gruñido.

—¡Okey! —Seokmin no sabía pelear, pero lo hizo de forma intuitiva, moviendo la lanza y sin dejar de correr para evitar que lo encerraran entre varios.

Wonwoo por su parte lanzaba sus ataques mágicos. De su mano derecha donde tenía la magia azul podía atacar con ráfagas que mandaban lejos a las criaturas de Taumiel, y con la mano izquierda podía quemarlos con su fuego negro incapaz de consumirse hasta lograr su cometido de desaparecer al atacado.

El cazador también usaba la arena a su favor, levantándola en el aire para cegar a las criaturas, ya que él, por alguna razón, podía ver mejor en esos momentos, tanto así que sus gafas no eran necesarias, guardandolas en su pantalón.

Su ojo izquierdo tenía mejor visibilidad y con él podía percibir a las bestias antes de que pudieran atacarlo. Ese ojo maldito que tenía un color rojo brillante.

Wonwoo sonrió cuando varios se atrevieron a atacarlo, pues el mitad demonio cruzó sus brazos en el pecho y después de agacharse un poco se enderezó de golpe, abriendo los brazos donde salió una oleada azul y negra que repelió a todos, quemándolos y lanzándolos lejos.

Seokmin por su parte aprovechaba los ataques de Wonwoo a su favor y seguía moviéndose porque quedarse quieto en un lugar así era una sentencia de muerte.

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora