18. 𝐈𝐣𝐨𝐛 𝐗𝐗𝐗:𝟐𝟗

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«He venido a ser hermano de los dragones y compañero de los búhos»

Job 30:29


Se abrió paso sin importarle que pareciera un loco intruso.

Pasó de largo ignorando al guardia que le gritó que se detuviera, pero Wonwoo sabía que de los cabos sueltos se encargarían los altos cargos de la organización, especialmente los Tav. El trabajo duro era el suyo.

Corrió y alcanzó el elevador sacando a un hombre de ahí a la fuerza porque afortunadamente la mujer salió sin que él se lo pidiera de forma brusca.

Golpeó el botón del último piso. A Wonwoo le gustaría aprender un hechizo que pudiera conjurar alas, pero no conocía ninguno.

Subió rápidamente y se preparó, sacando su Glock. Claro, no sabía exactamente contra quién o quiénes se enfrentaría, pero un arma de fuego lo hacía sentir más seguro.

Llegó al último piso pero tuvo que correr a buscar las escaleras para llegar a la terraza.

Wonwoo no perdió el tiempo. Escuchó el atronador sonido del cielo en el momento en que pateó la puerta y salió a la amplia terraza del edificio.

Se detuvo a ver sorprendido que la estatua de Moloch era más grande de lo que Chan le había hecho creer. Tenía que levantar su cabeza casi completamente para verla en su totalidad.

El campo de invisibilidad se estaba expandiendo por todo el edificio, cómo si quisiera rodearlo por completo. Si invocaban al dios pagano ahí, sería desastroso. La ciudad estaría en peligro verdadero. Tenían que evacuar a todas las personas de ahí.

Gruñó y sacó su celular para mandarle el mensaje a Chan, no sin antes captar de reojo una bola de fuego caer cerca de él, golpeando la pared a un lado de la puerta.

Wonwoo envió el mensaje para que Chan le dijera a Seungcheol que había que evacuar el Edificio Reforma y tuvo que tirarse al suelo y rodar, pues sintió el calor de otra ráfaga que fue lanzada cerca de él.

Se puso de pie rápidamente y tuvo que correr para rodear la estatua.

Y fue ahí que lo vio. O más bien, los vio.

No se había equivocado, eso era un maldito culto, pero no como lo pensó en un principio. No eran hombres y mujeres vestidos con túnicas negras. Esos no eran humanos normales.

Eran poseídos.

Wonwoo contó seis en total, tres hombres y tres mujeres, con ropas comunes, pero con estigmas que delataban sus naturalezas. Y estaban muertos, todos ellos.

Wonwoo lo sabía por el simple hecho de que había un hueco hundido en sus pechos, y en dónde debería estar su corazón, no había más que un agujero negro.

El cazador no tenía una explicación inmediata de lo que había sucedido y no podía pararse a sacar conclusiones cuando por fin vio a Junhui desviar otra bola de fuego con su espada.

Los seis poseídos lo estaban atacando al mismo tiempo, pero la razón por la cual Junhui no peleaba abiertamente con ellos era porque estaba protegiendo a los niños detrás de él. Sus alas de plata extendidas servían como escudo a los pequeños que estaban amontonados los unos con los otros.

Los niños estaban inconscientes, pero vivos, por la manera en la que sus pechos subían y bajaban lentamente. Había un pequeño campo protector como un aura de energía que los aislaba del exterior, seguramente obra del ángel.

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora