9. 𝐑𝐨𝐦𝐞𝐫 𝐈:𝟐𝟏

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«Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido»

Romanos 1:21


Abrió la puerta y al entrar y lanzar sus botas y las llaves, la cerró detrás de sí, porque si la dejaba abierta y los gatos de Wonwoo se salían, no se la acabaría con el regaño de su hermano.

Entró por el pasillo principal hasta llegar al amplio espacio que conformaba la sala con apenas tres sillones y una televisión que nunca utilizaban, encima de una estantería con libros y una consola de videojuegos.

La realidad era que había muchas estanterías con libros acomodadas en su departamento.

Las paredes eran de ladrillo porque en el apartamento viejo en que vivían, su piso era el último, teniendo acceso incluso al ático cerrado del edificio, que era donde se la pasaban los gatos de Wonwoo en meses de verano como ese, debido a que el calor no llegaba ahí.

La cocina estaba a un lado, apenas elevada por un escalón, pues no había separación como tal entre la sala de estar, el comedor y la cocina. Todo estaba abierto para ellos.

Vivían en un espacio amplio, y pasando por un pasillo estaban sus habitaciones, frente a frente. Y más allá, la escalera que daba al ático.

La pared de la sala tenía varias ventanas en fila que daban a toda la ciudad, pero las mantenían cerradas, porque de nuevo, Wonwoo era muy protector con sus gatos y no quería que se fueran a la terraza del edificio.

Mingyu encendió las luces cálidas de la sala que colgaban como lámparas expuestas porque su departamento era oscuro, y a Wonwoo le gustaba mantener ese aire de fábrica vieja y abandonada de la estética del lugar.

Aún así, había cuadros de arte abstracto que Mingyu había dibujado y colgado para que no se viera todo tan lúgubre.

Miró a través de las ventanas hacia los edificios altos de Yabbay City, como el suyo, que colindaban a su alrededor como vecinos de columnas con ventanas encendidas.

Mingyu revisó su celular y marcaba las 18:37 de la tarde. Había estado todo el día en la sede. Perdió a Wonwoo en la biblioteca, preparó la comida para el otro par de cazadores y los tres jóvenes, entrenó un poco en el gimnasio y después sólo se puso a pensar. Incluso en ese momento que ponía a hervir el agua para prepararse un té de manzanilla, aún con la televisión y su ruido de fondo, Mingyu tenía la cabeza en otra parte.

Se recargó en la encimera de la cocina, que era de color negra y frunció el ceño, recapitulando los eventos de los últimos días.

Primero, un demonio le revelaba la venida del apocalipsis. Segundo, otro demonio, nada más y nada menos que el demonio de Caín, les decía lo mismo. Tercero, la invocación de Jeonghan y que su hermano lo convirtiera en un humano, usando las notas de su madre con un ritual de magia negra muy difícil de hacer, pero que había realizado con éxito. Cuarto, la unión de Jeonghan, ahora en cuerpo humano, a la organización, siendo un demonio hasta la médula.

Y quinto... Mingyu aún no sabía que le había dicho Jeonghan a su hermano con respecto a lo que los otros demonios les habían revelado.

Pero esas cosas no eran todo, Mingyu había tenido dos visiones extrañas que las sentía ajenas a él, siempre en sus sueños o entrando en ellos.

Cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia abajo, suspirando. La tetera emitió un chillido y supo que su agua estaba hirviendo. Se giró y la quitó con cuidado usando un trapo para no quemarse. Después vertió el agua en una de las tazas de Wonwoo de gatitos dónde ya tenía colocada la bolsita de té.

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora