𝟒𝟐. 𝐌𝐚𝐭𝐭𝐡𝐚𝐞𝐮𝐬 𝐕𝐈𝐈:𝟕

189 37 16
                                    

«Pidan y se les dará; busquen y encontrarán; llamen y se les abrirá»

Mateo 7:7


Seungcheol abrió mucho sus ojos, retrocediendo de sorpresa. Jeonghan lo miraba con seriedad. El demonio no parecía bromear ni haber dicho eso para molestar al hombre.

—¿Qué...? ¿Por mí?

No lo podía creer. El Lazo de Dante que Lilith había hecho para poder estar con Beelzebub un tiempo en la tierra y de esa manera concebir a Wonwoo... Pero ese lazo era muy importante, ataba al demonio al mundo de los humanos y a padecer como ellos mientras no murieran.

Jeonghan tomó aire y lo soltó en un suspiro.

—Mierda... Ya lo dije —se pasó la trenza hacia delante y comenzó a jugar con su cabello, parecía nervioso—. Sí, lo hice por ti... Para poder estar contigo, tú siempre me quisiste, ¿no? No sé porqué, pero incluso aunque poseyera a distintos cuerpos tú me quisiste por mi alma no por nada más. Eres el único que siente eso por mí y eres el único por el cual yo... He sentido algo al fin.

Seungcheol le puso toda su atención posible, parpadeando varias veces porque cada palabra que escuchaba lo dejaba más perplejo.

—¿Sentir algo? —preguntó con voz baja.

Jeonghan asintió, volviendo a tomar aire.

—Dicen que los demonios no podemos amar, que es imposible para nosotros, porque estamos corrompidos y somos egoístas, sólo nos preocupamos por nosotros mismos... Pero es una mierda decir eso, porque sólo nos quieren poner como los malos del cuento cuando no nos pueden meter a todos en una misma caja. Somos tan diferentes entre nosotros como los humanos o como los ángeles, que también difieren entre ellos. Tenemos nuestras personalidades y tenemos sentimientos, de eso nadie, nadie puede escapar.

Explicó, en ningún momento vacilando. Seungcheol se tocó el pecho.

—¿Sientes algo por mí...? ¿No es otro de tus juegos o engaños?

Jeonghan sonrió con tristeza. —¿Crees que soy tan cruel? —dijo, bajando las cejas.

—No, Jeonghan, pero los humanos nos formamos con las experiencias y tenemos memorias y yo recuerdo que cuando... —Seungcheol bajó la mirada—. Cuando intenté algo contigo tú simplemente te fuiste. Y no regresaste. Hasta ahora. ¿Y me dices esas cosas?

Jeonghan se cruzó de brazos, parecía conflictuado por lo que iba a decir. No le gustaba ser vulnerable, pero a veces uno tenía que entregarse.

—Porque los demonios también sentimos miedo y cuando uno acepta que el amor lo atrapó, es cuando más expuesto está. Los demonios no estamos acostumbrados a eso, huimos de cosas así... Por eso huí.

Seungcheol entonces comenzó a acercarse a él y Jeonghan quiso retroceder por instinto, pero no lo hizo porque el gesto del hombre era suave.

—Jeonghan, ¿por qué no me lo dijiste antes? Yo jamás haría algo para hacerte sentir mal y el amor no te hace débil, te da fuerza.

Siguió acercándose a él hasta quedar enfrente. El demonio lo miró directamente a los ojos.

—Yo no me enamoré de un ángel, sino de ti, y aún así lo acepté, porque no creo que esté prohibido mientras sea amor. E incluso me arriesgaría a qué Dios me castigara eternamente por ti.

Jeonghan por fin sonrió y lo hizo de una manera diferente a la que estaba acostumbrado.

Estiró su mano y acarició la mejilla de Seungcheol, cosa que podía sentir como algo propio, ya no en el cuerpo de alguien más.

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora