7. 𝟏 𝐊𝐨𝐫𝐢𝐧𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐗:𝟏𝟐

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«Por lo tanto, si alguien piensa que está firme, tenga cuidado de no caer»

1 Corintios 10:12


Un silencio colgó del ambiente y ni una palabra fue expresada ante el asombro y la incapacidad de definir la situación.

En un momento Wonwoo estaba expulsando la magia de sus pulmones como un aliento de vida y en el otro ya estaba en el suelo.

La cabeza le palpitaba con fuerza y el dolor creciente parecía ser como una migraña. Pero eso era normal, no estaba acostumbrado a hacer rituales de magia en general, y mucho menos uno tan delicado y complejo como ese.

¿Lo había logrado?

Quitó la mano de su frente y casi pegó un brinco hacia atrás al ver a un hombre desnudo, con el cabello tan largo que los mechones oscuros tocaban el suelo.

Aquel hombre tenía la cabeza agachada y Wonwoo no pudo ver sus facciones, sólo su delgado cuerpo inclinado hacia delante.

Entonces la cabeza se alzó poco a poco, revelando el rostro de un hombre joven, apenas de la edad de los dos mayores de la sede.

Sus pupilas se mantuvieron mirando hacia abajo, pero esbozó una sonrisa ligera. Tenía rasgos delicados y hermosos, en un rostro fino que parecía de porcelana.

Wonwoo abrió mucho sus ojos de sorpresa.

Sin embargo el primero en actuar y mover un músculo en esa situación fue Seungcheol.

El líder caminó hacia los hombres en el suelo y se agachó, colocando su saco sobre los hombros del hombre desnudo, cubriendo su cuerpo.

Wonwoo miró al mayor sin decir nada. Era algo tácito.

Jeonghan era un hombre.

El demonio, ahora con un cuerpo humano, levantó la vista por fin y sus ojos oscuros se clavaron primero en los del cazador. La sonrisa que le dió naturalmente tenía un aire casquivano y malicioso, pero ninguna palabra fue expresada por sus labios.

Sin embargo, su mirada se movió hacia arriba. Hacia Seungcheol.

Los mechones negros y largos cayeron sobre los lados de su rostro delicado y la sonrisa adquirió un nuevo tono que Wonwoo no reconoció.

Abrió la boca para decir algo, pero ninguna palabra salió. Jeonghan pareció confundido de sí mismo, palpando su cuello, como inspeccionando su garganta y si había algo mal con ella.

Entonces Wonwoo se recompuso y se tocó la frente una vez más, tratando de calmar el dolor de cabeza.

—No es tan fácil mover y controlar un cuerpo que solamente te pertenece a ti y nada más —explicó con su voz que sonó rasposa—. Pero aprenderás rápido, no lo dudo.

Jeonghan lo volvió a mirar y frunció el ceño, pero asintió. Después señaló hacia sus piernas.

Wonwoo entendió enseguida.

—Tanto hablar, como caminar, como hacer alguna otra actividad que requiera la moción u orden directa de tu corteza cerebral, vendrán tarde o temprano, no te preocupes. Pero primero debes acostumbrarte a tener un cuerpo de tu total autonomía.

El demonio lo miró largamente unos segundos. El cazador no pudo descifrar lo que su expresión reflejaba.

Había algo casi enigmático en el humano en el cual Jeonghan se había convertido. Ese era él, el mismo demonio que había poseído a otros cuerpos y trabajado con ellos alguna vez. Sólo que ahora su cuerpo era completamente suyo. Cada rasgo, cada miembro, cada cabello. Todo eso pertenecía a él y nada más.

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora