11. 𝐄𝐱𝐨𝐝𝐮𝐬 𝐗𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈:𝟏𝟒

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«Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso»

Éxodo 33:14


El mundo dejó de ondular a su alrededor. Antes sentía que se hundía en el espejo, cayendo sin asidero al cual agarrarse en un túnel de lugares que no reconocía, por los cuales tenían que moverse hasta que Seungkwan, con su energía espiritual, encontrara la Ciudad de los Muertos a la cual tenían que llegar.

Cuando abrió sus ojos, sosteniendo su cabeza con el ceño fruncido por el mareo que se fue poco a poco, Wonwoo por fin pudo ver en dónde estaban.

Estaba de pie con Seungkwan sosteniendo su espejo en una mano y la página del libro arrancando, mirando hacia todos lados como él, observando el lugar.

Todo era lóbrego y parecía sumido en las tinieblas. El cielo no tenía estrellas, pero había una extraña luna amarillenta que les brindaba un poco de iluminación. Había un montón de estructuras de piedra a su alrededor. Lápidas sobre tumbas con sus estatuas, sólo que estas no lucían cómo las hermosas estatuas de Yabbay, con sus ángeles protectores.

Esas estaban deformadas. La piedra rota, los ángeles siendo reemplazados por criaturas más bien parecidas a las monstruosas gárgolas. Seres que no representaban ninguna bondad.

—Son espantapájaros... O espantavivos, en este caso —comentó Seungkwan, notando que Wonwoo veía las figuras que los rodeaba con una mueca de disgusto.

Tantos colmillos y garras le ponían de nervios. Y eso que su hermano era mitad lobo.

—Tranquilo, tu rechazo es tan natural como el temor de todo ser humano a la incertidumbre de la muerte, este lugar no está hecho para mortales que aún conservan su vida. Es un lugar de espíritus atrapados.

Seungkwan se guardó el espejito pero conservó la página con el retrato. Después colocó su mano libre hacia delante y con la palma arriba. Una luz amarilla como el fuego gentil apareció, sirviendo de iluminación en ese lugar en el cual apenas y se podía notar algo por lo sombrío que era.

—La luz siempre es algo que los espíritus corrompidos repelen, así que no caminaremos en la oscuridad.

Wonwoo asintió y observó la ligera neblina que se levantó escondiendo sus tobillos. La naturaleza a su alrededor estaba muerta (como todo ahí) y no estaba presente la brisa gentil de la noche (aunque no podía asegurar que esa fuera la noche, si no existía el concepto del día en un lugar así).

—Vamos, no es bueno quedarse quietos, llamaremos la atención innecesariamente y es lo que más quiero evitar.

El médium comenzó a caminar, sin dejar de mirar hacia todos lados constantemente. Wonwoo era consciente de que Seungkwan podía sentir cosas que él no, así que decidió seguirlo y escucharlo con atención. Estaban en su territorio a fin de cuentas.

Caminaron siguiendo un sendero de piedra rota que evitaba la hierba muerta rodeando las lápidas. Wonwoo vio unas curiosas flores de pétalos translúcidos.

—¿Son flores esqueleto? —preguntó y Seungkwan apenas y le puso atención, caminando sin despegar la mirada de enfrente—. Pero aquí no parece que llueva...

—Agua no —dijo Seungkwan, mientras subían unos peldaños que daban a otra parte de aquel cementerio tétrico.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó el cazador con el ceño fruncido.

Seungkwan miró hacia atrás por sobre su hombro y le sonrió oscuramente, pero no respondió.

Wonwoo se ahorró el gruñido de tener que inferir la respuesta. Ese lugar era demasiado misterioso para él y todo le daba curiosidad.

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora