26. 𝐍𝐞𝐡𝐞𝐦𝐢𝐚 𝐈𝐗:𝟐𝟎

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«Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su boca, y agua les diste para su sed»

Nehemías 9:20


Cuando Mingyu salió de bañarse para preparar el desayuno y poner la cafetera para su hermano por si despertaba, el apartamento seguía sin actividad.

El único sonido provenía de la televisión que seguía en el canal de Los Muppets.

Minghao aún parecía estar dormido en su habitación, al desvelarse toda la noche viendo tele y cayendo rendido por la necesidad que su cuerpo físico le reclamaba.

Los gatos de Wonwoo se habían apelmazado a los pies de su dueño, pero el hermano mayor seguía dormitando, ya con unos rayos de sol cayendo sobre él.

Mingyu tenía tantas dudas como preocupaciones. Había tenido otra visión y esta lo había desolado más que las anteriores. No sabía la identidad de aquel hombre de alas negras (si es que era hombre), del fuego del mismo color y de la corona de espinas llameante.

El propio Mingyu había sangrado en la visión, cómo si el portara una corona de espinas también... Se llevó una mano a la frente y sintió una pulsación fantasma alrededor. Las visiones que tenía parecían burlarse de él.

Si Wonwoo fuera el que tuviera el don, tendría más utilidad y provecho. Mingyu no había dedicado su vida en la búsqueda del conocimiento, por tanto, sabía muy pocas cosas, y en comparación con su hermano, palidecía tremendamente.

Wonwoo entendería mejor las señales, pues Mingyu iba a ciegas. Los signos podían perderse con su limitada comprensión e interpretación.

¿Qué podía hacer Mingyu para entender mejor?

Con sus manos sobre la barra de la cocina y el sonido de la comida siendo preparada, Mingyu se hundió en esos pensamientos.

La puerta de su habitación se abrió y de ella salió Minghao, tallandose los ojos. Definitivamente cuatro horas de sueño eran más que suficiente para que su cuerpo y mente humanos se sintieran satisfechos.

Se movió hacia la sala y captó los pensamientos de Mingyu como un flujo constante y repetitivo. Las dudas de su corazón se reflejaban en sus pupilas, pero Minghao sabía exactamente la razón de ello.

—Creo que has olvidado que los hombres de fe y aquellos de mente sensata conocen sus propias limitaciones y al mismo tiempo saben pedir consejo a aquellos que pueden brindarselo.

La repentina voz de Minghao irrumpió en los pensamientos de Mingyu, que parpadeó dos veces seguidas antes de dirigir su mirada al ángel que lo veía desde el otro lado de la barra.

Esos ojos castaños contrastaban mucho con la forma en la que Minghao lucía, con el cabello largo de hebras rebeldes y el pijama que quedaba muy holgado en su delgada figura.

Había una madurez ancestral en sus ojos y eso delataba su verdadera naturaleza.

—¿Pedir consejo? —preguntó Mingyu, enderezandose de nuevo y atendiendo la cocina.

—Así es, la introspección es buena, pero siempre habrá alguien externo que puede dar consejo o información que no se puede encontrar con pura meditación, o simplemente no está al alcance de la mano.

El moreno puso a hervir agua y tomó unos bastones de canela, sacando la miel, lanzándole miradas a Minghao y prestando atención a sus palabras.

—Ya veo... Entonces, si debo pedirle consejo a alguien, ¿es a Wonwoo?

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora