28. 𝐌𝐚𝐭𝐭𝐡𝐚𝐞𝐮𝐬 𝐗𝐈𝐈:𝟐𝟏

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«Y en su nombre esperarán los gentiles»

Mateo 12:21


—No dormiste nada, ¿verdad?

Joshua tenía los codos recargados en la mesa y escuchaba a Seokmin moverse en la cocina. Era amplia y estaba a su disposición en todo momento con ingredientes frescos para abastecer a todos los miembros de la sede, que ahora eran trece en total.

—Un poco, sí —respondió, sonriendo cansinamente. Ese gesto lo delató.

Seokmin lo miró con las cejas bajas y preocupado, sin dejar de preparar la comida. No era muy experto al respecto, pero un arroz con champiñones no era tan difícil de hacer.

—¿Por qué no vas y te duermes un poco después de comer? —le dijo. La siesta no sustituía el sueño de la noche, pero era mejor a no tener descanso absoluto.

Sin embargo, el exorcista negó con la cabeza, soltando un suspiro y cruzándose de brazos, de esa forma tan pudorosa suya.

—No puedo hacerlo, tengo muchas cosas pendientes de las cuales encargarme.

"Como los artefactos sacros que podrían jugar un papel muy importante para nuestra ventaja o ruina"

El estudiante lo miró con reproche y Joshua se sorprendió de ver a Seokmin con un gesto que se asemejaba a la molestia o severidad. La mayoría del tiempo estaba sonriendo o de buen humor, pocas veces se encontraba completamente serio.

—¿Cómo piensas encargarte de todas tus responsabilidades en un estado inadecuado de bienestar? No has comido ni dormido

—Tú eres médico, debes saberlo mejor que nadie —interrumpió el mayor, viendo a Seokmin con una ceja alzada.

"Buen punto," pensó Seokmin, haciendo una mueca. Con Joshua nunca podía ganar.

Aún así, no se rendiría tan fácil.

—Shua, ¿qué es eso que tienes que hacer? ¿Requiere absolutamente toda tu atención como para que tengas negligencia contigo mismo? —preguntó, pero sin reproche esta vez, sólo genuina preocupación.

El exorcista lo miró desde la mesa pues Seokmin se dirigía hacia él, con un desasosiego que no quería esconder.

—Si tan sólo supieras, Seok... —sonrió con su típica sonrisa gentil y se puso de pie, moviéndose hacia la orilla de la mesa, caminando hacia Seokmin, que dejó lo que estaba haciendo para quedar de frente a Joshua.

El mayor siguió sonriendo y Seokmin enseguida entendió su gesto, porque la mano de Joshua no tardó en acariciar su mejilla.

Lo había hecho muchas veces para tranquilizarlo cuando sufría los efectos de la posesión que lo torturaban por dentro.

En esos tiempos había creído que Joshua era una especie de ángel (aunque Seokmin ahora podía decir que conocía ángeles verdaderos). Era un consuelo, algo sencillo que provocaba muchos sentimientos dentro de él.

Pero Joshua siempre hacía eso con él y Seokmin se perdía en su mirada. Se veía transportado a un mundo de calma, dónde sólo existían cosas buenas.

—Oh, ya vendrás a persuadirme con tu sonrisa y ojos bonitos —soltó Seokmin, casi olvidando la razón por la cual estaba en ese lugar en general.

La razón siempre fue Joshua. Su familia le había hecho mucho daño y habría quedado solo en el mundo, sino fuera por Joshua. Porque desde la primera vez que vio al exorcista entrar por la puerta de su casa, Seokmin supo que lo seguiría a cualquier lugar. Joshua se había vuelto su razón de muchas cosas.

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora