4. 𝐏𝐬𝐚𝐥𝐦 𝐂𝐈𝐗:𝟑𝟎

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«Mi boca dará gracias al Señor, continuamente lo alabaré en medio de la multitud»

Salmo 109:30


Llegaron con Seungcheol y lo pusieron al tanto de la situación.

Wonwoo tuvo que pasar por emergencias en el hospital para recibir puntadas en la ceja por la herida abierta y que trataran las heridas superficiales de ambos por los trozos de vidrio que habían volado sobre ellos.

—Necesitamos un médico en las instalaciones para no tener que ir hasta el hospital y explicar cómo es que nos hacemos todas nuestras heridas.

Habían comentado en el camino de vuelta a su departamento. Wonwoo tenía que dejar comida a sus gatos. A pesar de que Mingyu era alérgico a ellos, los felinos eran todos rescatados por su hermano mayor, y no podía decirle que no cuando era un amante de los gatos cómo ninguno.

Seungcheol les había dejado libre ese día. Seungkwan estaba trabajando en un caso con Soonyoung y Jihoon relacionado a una familia enfrentando problemas con el fantasma de una novia despechada que se había suicidado cuando su padre asesinó al hombre con el que se iba a casar un siglo atrás.

Hansol seguía trabajando en su taller porque quería elaborar un cinturón al que le cupieran más cosas que el que ya tenían.

Chan nunca salía de la Sala Informática, Mingyu no exageraba cuando decía que se la vivía pegado en las computadoras; después de todo, a él le llegaban los avisos de los centinelas por si ocurría un caso de emergencia en la ciudad. Tenía que estar siempre al pendiente, tomando en cuenta que también se encargaba de la seguridad de la sede y su funcionamiento base.

Mingyu sólo quería llegar a su departamento, hacer de comer y dormir todo el día. Estaba cansado física y mentalmente.

Wonwoo también había estado muy serio, pensando en los sucesos que ocurrieron en el exorcismo. No había sido nada que hubiera visto antes, todo resultó muy diferente. El demonio en Seokmin había dicho cosas peculiares. Tenía un mal presagio al respecto.

—Voy a pedir un permiso oficial a Seungcheol para invocar a Jeonghan —dijo de repente.

Detuvo el auto en el estacionamiento de su departamento. Se quedó mirando hacia delante, aún con las manos en el volante.

Mingyu lo observó directamente con ojos muy abiertos.

—¿Estás seguro?

El mayor asintió, aún reflexivo.

—No podemos esperar a otro exorcismo para confirmar con un tercer demonio todo este cuento del Apocalipsis y el Leviatán... "Pero nuestras almas son puras". ¿A qué se refieren con esas palabras? No es coincidencia. —Negó con su cabeza.

Era obvio que no podía dejar de analizarlo por todos lados, porque no era algo que simplemente pudieran ignorar.

—¿Y crees que Jeonghan nos puede decir algo al respecto? —preguntó Mingyu, con el libro que Wonwoo había pedido prestado a Seungcheol en su regazo.

El cazador sacó las llaves del auto y se encogió de hombros.

—Si le damos algo a cambio, seguro que lo hará.

Abrió la puerta y salió. Mingyu suspiró e hizo lo mismo. No estaba convencido, pero tampoco se oponía a la idea, puesto que para él todo eso era igual de intrigante y alarmante.


[ ... ]


Al día siguiente, de nuevo con el cielo despejado, los cazadores regresaron a las instalaciones del Oculi Dei y se encontraron con una sorpresa.

En la Ciudad de la Furia (WonHui/GyuHao/SeokSoo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora