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Louis, que de manera repetida movía su talón contra el tapete del auto en un estado de intranquilidad, miró primero a través de la ventana para observar lo lento de su andar, luego dirigió la vista a la pantalla de su celular para reafirmar lo tarde que era y finalmente prestó su atención al conductor de taxi a su lado; gordo, blanco, con principios de calvicie y una seria mirada de hastío que no había dicho palabra alguna durante todo el trayecto a causa del enfadoso tráfico de Doncaster.

—Hey —llamó él al hombre de nombre "Maximus", según la tarjeta colgante en el espejo retrovisor—. ¿Podría ir más rápido?, me están esperando.

En realidad, su afirmación fue una simple conjetura. Por la mañana, Louis recibió un sólo mensaje de parte de Harry en el que se especificaba la hora a la que debía llegar al festejo infantil, y luego de ello, no supo más del joven entrenador. Él no le vio problema, se dedicó a realizar las compras necesarias que derivaron de sus firmes promesas creyendo que tendría todo listo cuando llegara el momento indicado; sin embargo, parecía que muchas personas debían atender varios pendientes en esa tarde de abril, pues entre las filas de supermercado, la exacerbante cantidad de taxis ocupados y el tráfico de la ciudad bajo cielos parcialmente nublados, Louis iba cuarenta minutos tarde, y a pesar de que era bien sabido que Harry odiaba los retrasos, esperaba que no se molestase con él.

—Seguro niño —respondió Maximus sin mirarlo.

Louis sintió el auto acelerar y le agradeció, sin obtener respuesta de vuelta. La verdad era que no sólo Harry no se había comunicado con él, Louis tampoco logró contactarlo cuando le llamó por teléfono, pero atribuyó la causa a que debía estar ocupado con la organización del pequeño evento y no volvió a llamar. A pesar del contratiempo, el simpático muchacho estaba entusiasmado de ver a Cassie divertirse y relacionarse con otros niños, y además, se sentía orgulloso del pastel que había preparado junto a Zayn; un clásico postre de un piso, redondo, esponjoso y cubierto de cremoso betún de vainilla color blanco que habían decorado con decenas de chispas coloridas, estrellas comestibles y un "Feliz Cumpleaños Cassie" escrito con mermelada en una letra que, si bien no era la más óptima, guardaba la mejor de las intenciones. Louis apostaba que a Harry le encantaría, ansiaba por dárselo directamente en sus pulcras manos y ver su reacción, sonreía de sólo imaginarlo.

Una vez que el taxi se estacionó en la acera frente al salón de fiestas, Louis depósito el dinero acordado en el reposabrazos para de inmediato bajar del auto, abrir la puerta que daba al asiento trasero y comenzar a bajar todas sus compras con cierta dificultad.

—Ah... ¿ocupas ayuda, amigo? —preguntó Maximus tras asegurarse de que su pago fuera correcto.

—No, no, está bien —se negó Louis mientras terminaba por tomar en manos el pastel. Las bolsas colgaban de sus brazos con pesadez—. Ya lo tengo, uh, gracias —añadió antes de emplear su pierna para cerrar la puerta.

Louis se apresuró a encaminarse hacia el salón, donde varios autos se encontraban aparcados fuera y de los cuales salían niños en compañía de sus madres con bolsas de regalo o cajas envueltas en celofán. Cuando llegó a la entrada aprovechó que una rubia mujer la abrió amablemente, le agradeció con una sonrisa y por fin, entró.

El sonido de una empalagosa canción pop junto a un escándalo de risas y gritos infantiles eran la atmósfera de auténtica felicidad en el lugar. El salón entero, decorado encantadoramente con globos en colores pastel, era ocupado por decenas de mesas donde familias platicaban con ánimo, en el jardín se visualizaban niños en los juegos de exterior; deslizándose por los toboganes y empujándose con inocencia. Acontecía una fiesta exitosa.

Optimista, Louis buscó a Harry con la mirada, y lo encontró de pie en un extremo del salón manteniendo conversación con una mujer. Él llevaba el cabello recogido en un moño despeinado con rizos rebeldes cayéndole sobre la frente, vestía un impecable pantalón blanco acampanado que hacía juego a un blazer del mismo color y por debajo una camisa lila, además de zapatos altos; como siempre, parecía listo para ser la nueva portada de una revista. Harry le aceptó un regalo envuelto en papel rojo a la señorita, agradeció y luego se dio vuelta hacia la cocina.

Royal Ballet |Larry|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora