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Parte 1.

Cuando alguien citaba la frase "el tiempo lo cura todo", por supuesto que no se refería a un solo fin de semana, puesto que, para Louis y Harry, aquel transcurrir de tiempo no había sido suficiente para apaciguar los malos ánimos entre ambos. La voluntad humana era impresionante, y era esa la razón por la que en aquella tarde de práctica de ballet -mientras ambos jóvenes esperaban a las chicas de la clase-, que el aula de baile albergaba una atmósfera de tensión y mal humor sofocante.

Louis, quien tenía el orgullo herido y molestia hirviente en su interior, daba irritadas miradas hacia el entrenador juvenil al verlo atravesar el salón, y entonces, Harry le devolvía una de indiferencia tal como si su actitud no fuera relevante, pese a que, en realidad, lo era. Ambos estaban conscientes de ello; desesperadamente la incomodidad buscaba un hueco por el cual escapar del lugar, en vano. Era cuestión de tiempo para que una sola cosa detonara la bomba del enfado contenido.

Y sucedió.

Mientras Louis realizaba un grand écart perfecto -pues poco tiempo le costó lograrlo-, le dirigió una momentánea mirada a su celular para examinar los minutos que llevaba ejecutando el ejercicio; distracción que Harry aprovechó para pasar por detrás de él y, empleando su propio pie, ajustarle la pierna para que quedara alargada y estrecha.

Un simple movimiento, sutil, se necesitó para desencadenar una serie de hirientes comentarios. La bomba explotó.

—¿Sabes qué? si tienes algo en contra mía sólo dilo y ya —espetó Louis en un arrebato molesto e indecoroso, aunque sin moverse de su posición.

Harry, que recién pasaba de largo a Louis, rodó los ojos y giró sobre sus talones, demasiado irritado como para seguir ignorándolo.

—Por milésima vez Louis, no estoy en tu contra —respondió él, alzando la voz y mirándolo con ojos de indignación—. No sé por qué estás tan molesto, ¡soy yo quien debe estar molesto!

—Me llamaste adolescente e infantil —replicó Louis de mala gana, dejando salir por fin la causa de su cólera. Las palabras de Harry hacían eco en su cabeza, como un vivo recordatorio—. ¿Cómo putas esperas que reaccione?

—¡Pero es que eres un adolescente, por Dios! —respondió Harry con notable frustración—. No dije nada que no fuera cierto.

—¡Harry, tienes veintidós años! —soltó Louis, exaltado—. Deja tus malditos aires de superioridad; yo tengo dieciocho, ¡¿en serio crees que existe una gran diferencia de madurez?!

—No lo creo —respondió Harry con enojo—. Ahora estoy más seguro que nunca.

Louis negó con la cabeza, una sonrisa de irónica incredulidad adornaba sus labios.

—¿Te digo algo? ¡tienes razón! —exclamó él a la vez que se ponía de pie para quedar por fin a su altura—. Tienes toda la puta razón, soy un maldito adolescente infantil, pero si madurar significa ser tan aburrido y amargado como tú, entonces prefiero quedarme así.

—¡¿Qué acaso no puedes pasar un segundo sin insultarme?! —reclamó Harry, notablemente afectado por las ofensivas palabras que recibía—. Siempre te quejas de mí, me insultas y te burlas; si tanto me odias entonces ¡¿por qué sigues aquí conmigo?!

—Oh, no lo sé, Styles —respondió Louis con sarcasmo amargo—. Es que por sí ya se te olvidó, ¡no tengo otra puta opción! —estalló y avanzó para acortar la distancia entre ambos—. ¡Estoy jodido!, ¡estoy atrapado contigo!, ¿tú crees que me encanta estar aquí? ¡odio el ballet, odio tu clase y a ti ni siquiera te soporto, con cada día que te tengo cerca me vuelvo más miserable! —declaró con la respiración acelerada. Sentía la cara caliente a causa del enojo y tenía a Harry a centímetros de su propia nariz—. ¿Te queda claro ya?

Royal Ballet |Larry|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora