Cuando la familiar puerta de entrada de casa de Harry se abrió, la primera imagen que se presentó ante los ojos de Louis fue la niña de seis años de sonrisa traviesa y rizos salvajes a la que tanto adoraba. Cassie se sostenía con una mano de la perilla, y ya que no había rastro de las muletas a su alrededor, Louis bajó la vista por impulso hacia su pierna.
—¡Louis! —exclamaba ella mientras tanto. Su entusiasmo se remarcaría en el sofisticado acento inglés de cada palabra—. ¡Tengo una prótesis!
Pero la veracidad de aquella afirmación Louis ya la había percatado, pues donde antes sólo hubo un pequeño muñón, se apreciaba una pierna artificial con funda femoral rosada. El bailarín se encontraba boquiabierto de la sorpresa; asimilando, con emoción, que Cassie por fin podía estar de pie sin necesidad de estorbosas muletas.
—¡Dios! Cassie, no abras la puerta así —reprendió Harry al aparecer de repente a un lado de su hermana. Pronto su mirada se dirigió a Louis y, reparando de inmediato en el ramo de rosas blancas mal envueltas en papel periódico que el chico cargaba en mano, sintió una oleada de calor en el rostro. Sonrió con fervor—. Oh, Louis... —soltó enternecido—. Son hermo-
El ramo estampándose desinteresadamente contra el rostro del instructor lo hizo acallar. De hecho, Harry tuvo que tomar el arreglo con rapidez, puesto que Louis se lo soltó sin cuidado para pasarlo de largo y así dirigirse hacia la niña. Un pétalo se le adhirió al labio, él no pudo hacer más que resoplar para despegárselo e inmovilizarse de incredulidad ante la indiferencia de su alumno.
—¡Mírate! —halagaba Louis a Cassie—. ¡Princesa, está increíble!
—Y llevo cuatro días con ella —presumió ella.
—¡¿Cuatro días?! —preguntó Louis con impresión, antes de mirar por sobre su hombro para dirigirse a Harry—. ¡¿Y no me lo dijiste?! —le reclamó.
El semblante de Harry se suavizó y con ello asomó una pequeña sonrisa. Apretujó un poco las flores contra su pecho y, sin cerrar la puerta de entrada, caminó hacia la cocina dispuesto a poner el arreglo en un jarrón.
—Ella quiso que fuera una sorpresa —justificó él. Sacó el florero de la alacena, lo colocó dentro del lavabo y mientras abría la llave para que se llenase de agua, añadió—. No dejaba de decir que quería que la vieras. Ha sido muy molesta.
—¡Tú eres molesto! —gritó Cassie hacia su hermano, claramente ofendida.
—Sí, eso dicen —concordó él—. Claro que aún vamos a rehabilitación —continuó hacia Louis—. Pero ha pasado bien las pruebas y ahora no se queda quieta —le sonrió. Entonces cerró la llave, colocó el jarrón sobre la barra de mármol y finalmente introdujo las flores en él—. Por supuesto, eso no ha sido muy bueno para mí —bromeó, admirando el bonito decorativo.
—¡Oh! ¡Es genial, esto va a ser genial, Cassie! —afirmó Louis con una gran sonrisa antes de agacharse a la altura de la menor para abrazarla con fuerza en un agarre cariñoso. Cassie arrugó la nariz al ser apretujada, pero lo permitió un momento.
El asunto era que, a pesar de que Cassie era un verdadero torbellino, varias veces se vio frustrada o limitada durante los juegos a causa de su condición; era una niña intrépida, descuidada e independiente, no le gustaba recibir ayuda alguna cuando algo se le dificultaba, y Louis sufría pequeños espantos cuando la veía tambalearse y, en algunos casos, caer. Sin embargo, la prótesis facilitaba las cosas, y si bien era cierto que cuatro días usándola era un tiempo relativamente corto, Louis tenía varias ideas sencillas para entretener a Cassie con las que podían comenzar.
—¡Ya, suéltame, suéltame! —exigió Cassie en medio de una sonrisa, a lo que Louis obedeció con diversión—. ¿Quieres ver cómo subo y bajo las escaleras?
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Royal Ballet |Larry|
RomanceCuando Louis Tomlinson es accidentalmente inscrito en la academia de ballet de su instituto, se ve obligado a desarrollar una red de mentiras y falsedades para salvaguardar el prestigio que tantos esfuerzos le costó ganarse dentro de la valiosa pirá...