│• Redención •│

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El capítulo es corto, pero necesario.
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Hans D. Cass.

Si al juzgarme dirían que mi profesionalismo se había quebrantado, no lo discutiría. Recuerdo tiempos oscuros donde una dictadura gobernante nos bordeada a un entrenamiento nada dócil, e indeleble. Recuerdo enseñarnos a matar a personas con errores cuestionables y considerables, con el solo y simple hecho de borrar cualquier sentimiento de empatía.

Quizás esa misma causa por la que siempre tenía mero pasatiempo con las mujeres, era la misma razón por la cual fui un agente ejemplar y eficiente.

Antes no existía nada más importante que vertir tiempo y esfuerzo en algo que me había tomado mucho empeño formar, y algo que me enorgullecía ser, porque era inigualable, único y respetado.

Se notaba la gran diferencia esférica entre un molde liso donde era calculador, silencioso y lograba todo lo que me proponía sin mucho esfuerzo, a que la desfigura impulsiva, celosa y posesiva de algo que me enseñaron a no volverlo importante, pero que su belleza, su personalidad y la forma tan pura de amar que tenía, hacía que valiera la pena caer.

Muchas veces mi dije a mí mismo que ella era una gran excepción y lo es.

Mujeres hermosas hay por miles, yo he estado con muchas de ellas, pero a parte de lo exótica que físicamente era Agnes con su cabello rojo, su cimétrico rostro, los labios anchos, esos ojos que en todos los colores que ha empleado es singular y precioso o esa piel tan perfecta, su personalidad era algo que yo en mi vida había visto deambular entre la raza humana.

Era una locura andante.

Ella en ocaciones podía tener la mirada de un sabio de setenta años por haber vivido más experiencias -en su mayoría catastróficas- de lo que su edad estipulaba, y aún así también tener una mirada dulce, atrayente y encantador, en el peor sentido de la palabra.

Esa misma mirada que extrañaba ahora.

Entre días pesados, un enfoque definido y más trabajo por sobre el de su búsqueda... dos meses había pasado.

Dos meses de búsqueda exhaustiva y minuciosa, donde el AMDA ha dividido bandos, por mi causa y la de William. Tanto Gretchen, Hebe, Meredith y Harper, se negaron a servirme; mientras Christopher, Andrew, Joshua, Caleb y Zack, se habían sumado a mí.

El ISO no apoyó mi proyecto, por los supuestos prospectos que había en mis intenciones, y por eso ellos la buscaban por su lado y yo por el mío.

Estos dos mes tuvimos tres operaciones de ataque, habíamos llegado y todo indicada que si estuvieron allí, pero no entendía como mierda se volvían a ir. En la segunda ocasión incluso pude ver una taza de té tibia a medio acabar, con un pintalabios rojo.

T U Y O S (Míos #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora