El gran paso presiona en acercarse y los recuerdos emergen en el punto fuerte de la mente como un cofre.
Cuando todo da paso al inicio de una nueva era, algo aparece derrumbando todo lo que una vez fue, los problemas se arrastran en su surgimiento...
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Agnes Ivanova.
Para ser sincera, no recuerdo exactamente cómo todo comenzó, mi mente era una confusión llena de lagunas mentales, de dudas, de conmoción profunda, de muchas cosas más que no podía manejar al mismo tiempo; ahora me hallaba en ese punto en el que entré en un estado neutro, en esa burbuja que nadie podía penetrar, intentando llegar al principio de la historia, al principio de la variación, al principio de todo lo que había ocurrido hace tan solo horas. Sí... horas donde no sabía que todo daría un giro de ciento ochenta grados.
Lo más cercano a la realidad que recuerdo fue que me hallaba desanimada intentando contactar a Darren, pero no sabía si había pasado antes algo, si hubo algo que se me pasaba ahora mismo.
— No me contesta— bajé el teléfono — ¿Se ha reportado estos días con ustedes? — le pregunté a Russelph.
— Él no tiene por qué hacerlo. Tu equipo médico fue el que envió la solicitud para el examen general.
No es que hubiera estado al pendiente de él, de hecho, había ignorado sus llamadas porque no me hallaba bien con el tema de Brant, pero había decidido devolverle, sin embargo, no me atendió. Solo quería avisar que iría, de todas formas, pero no le di la suficiente importancia y lo dejé pasar.
Salí al patio lista para ir a traer mi maleta, hasta que fui interrumpida por Herbert quien venía a lado de su abuela tras aterrizar no hace más de diez minutos.
— Mamá, quiero ir contigo.
— No puedo llevarte, cariño — lo subí en mis brazos — ¿Por qué no te quedas con los chicos y luego cuando vuelva, vamos a casa a mostrarle a tía Harper nuestro hogar? — descansó su cabecita en mi hombro.
— Quiero estar contigo — susurró.
¿Cómo una madre le niega la compañía a su hijo que claramente la necesita y la extraña?
Era una pregunta seria.
Yo no le podía decir que no, si encima de eso, para convencerme, dejaba besitos por mi rostro aferrándose más a mí. Miré a Raquel y ella sonrió ante su gesto manipulador.
— Aunque ahora recuerdo que debes hacerte un chequeo general dentro de tres semanas — asintió — Ya tienes la maleta lista — asintió — Y no tienes clases estas semanas — negó — Y Logan puede cuidar de Dominic — asintió — Es que todo parece ir a tu favor para salirte con la tuya — sonrió caprichoso.
— Niño malcriado — le reprochó Logan.
— Envidioso — murmuró Herbert con soberbia, abrazándome de vuelta. Me reí abiertamente acariciando su espalda y dejó caer de nuevo su cabeza.
