El gran paso presiona en acercarse y los recuerdos emergen en el punto fuerte de la mente como un cofre.
Cuando todo da paso al inicio de una nueva era, algo aparece derrumbando todo lo que una vez fue, los problemas se arrastran en su surgimiento...
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Harper Daniels.
Me quedé mirando el lugar llevado por el mejor decorador de fiestas. Mi sonrisa no podía parar de ser triunfadora y divertida en haber logrado lo que quise, porque a Harper no hay hombre más poderoso del mundo que la detenga.
En este caso, el Daddy Arthur, como lo habíamos apodado las chicas, el chiste era interno pero que va, si no se enteraba que lo llamábamos así no había problema.
En esto jugaban dos partes, primero estaba yo la que hacía lo que quería y luego Raquel que logró convencer a Jared que hiciéramos la despedida de soltera en la Mansión Jones. De por medio estaba todo lo que le había rogado a Arthur con promesas falsas que seríamos solo chicas, y así también que le hiciera prometer a Andrew que se organizara algo inigualable para Arthur.
— Saca esa cara Grace — le dije riendo mientras veía a todas nuestras amigas llegando en las camionetas — Están al otro lado de la ciudad y Arthur no va a engañarte, está obsesionado.
— Basta que mi molestia haga presencia con que mire a una mujer — dijo ella — Y tampoco confío en Ardrew, es igual o más creativo que tú.
— ¡Ahh! — gritaron Gretchen, Hebe y Meredith bajando de la primera camioneta — ¡Joder, esto es lo más divertido que hemos hecho en casi tres años de espionaje! — dijo Meredith abrazándonos.
— ¿Qué dices, tonta? — me reí — La acción tiene lo suyo, la adrenalina es nuestro premio.
— Se comporta como una niña porque lleva fantaseando una semana con los nudistas que Harper contrató...
Me tensé.
Lentamente Grace se giró a mí y le di una sonrisa descarada.
— Creo que acabo de meter la pata — prosiguió Hebe — ¡Bonita mansión Jones! — quiso remediar su error y me reí de vuelta ignorando a Grace.
— Solo le hace falta un novio — le dije a Meredith.
— O una novia — me observó de arriba abajo con una mirada tentadora.
— Ven a probar por cuál de los dos te inclinas — solté sin miedo o vacilación.
— Chicas por Dios — Grace rodó los ojos divertida.
— ¿Quién dice que la ex de mi ex no puede hacerme disfrutar? — Christopher. Asentí satisfecha por sus palabras. Ambas estuvimos con él y puede que nuestra enemistad al principio siempre fue él, pero ya está más que superado en los intereses de ella.
— Vayan pasando, los barmans recorren la estancia y no solo se quedan en la barra. Las guiarán al salón de cristal y al patio trasero — las impulsó Grace.
