│• Una Historia no muy Feliz • │

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Es capítulo es para divertirnos y enterarnos de cositas esenciales.
●• Disfrútenlo y si desean entenderlo, presten atención •●

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Grace Jones.

Acaricié mi vientre cerrando los ojos mientras movía mis pies esperando a Arthur quien se duchaba después de un día largo y cansador en su despacho. Observé el espacioso, elegante y moderno lugar, que se había convertido en mi habitación desde que me mudé aquí.

Siendo sincera, a pesar de que mis padres tuvieran dinero, yo jamás había admirado una habitación tan bien elaborada como la de Arthur.

Su decorador de interiores es un Dios.

Miré al costado cuando la puerta se abrió y caminó en toallas hacia su guardarropa, para cerrar de nuevo la puerta.

Que egoísta no dejarme disfrutar de su denudes.

— No hace falta que te vistas — le tenté.

— ¿Eso crees? — salió sin camiseta, pasando la toalla por su cabello mojado.

— Te extraño — le susurré sincera.

— Ya estoy contigo — subió a la cama y gateó como un felino feroz y hambriento hasta mí, dejó un beso en mi vientre y luego descansar otro en mis labios — ¿Qué tal los estrógenos hoy? — se acostó a mi lado y acarició la hinchazón en mi estómago donde yacían nuestros hijos.

— Están descansando... o quizás no. No lo sé, no sé cómo me siento exactamente — sonrió repartiendo besos en mi cuello — No fui a visitarte hoy porque me dijeron que estabas muy ocupado. Así que antes de que mamá, papá y Herbert se fueran a casa, nos distrajimos con una tarde de té.

— Bien — rozó su nariz con la mía — Deberías evitar dormir con esa lencería porque si el estrógeno no termina haciéndome follarte, yo sólito lo haré.

— No te voy a mentir. Sí quiero sexo — terminé confesándole — pero... ¿No te cansas de mí? Por eso hoy no fui a molestarte, creí que ya te estaba exasperado.

— Grace...

— Lo siento, mi amor. Es que no lo puedo controlar y siento que a veces soy desesperante con mis promiscuos deseos. Y... y es tan rico lo que me haces que quiero repetirlo muchas veces.

Me besó callándome y sentí su sonrisa divertida en medio del beso, mofándose de mí. Maldito. Rocé mi lengua con la suya volviendo más húmedo el beso, de lo que mi coño ya estaba.

— Te deseo con locura, no reprimas tu instinto por creer que no — asentí — Ahora quítate esa lencería que me está volviendo loco y ponte en cuatro para que tu esposo te llene más de lo que ya te ha dejado con sus primogénitos.

Sonreí como niña chiquita y me desnudé completamente, y feliz, cuidadosamente me puse en cuatro abriendo las piernas para él.

La follada me llevó al cielo las tres veces que me corrí, mientras de complacía se le daba la gana. Me tomó duro y sin compasión, me miraba amenazante y sabiendo que eso me prendía, ejerció más dominación en mí.

T U Y O S (Míos #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora