El gran paso presiona en acercarse y los recuerdos emergen en el punto fuerte de la mente como un cofre.
Cuando todo da paso al inicio de una nueva era, algo aparece derrumbando todo lo que una vez fue, los problemas se arrastran en su surgimiento...
Es más divertido si lo escuchan con la canción, le da más sentido. No es larga porque solo es para el momento indicado 🎶 ●•Disfrútenlo•●
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Agnes Ivanova - Agente Phoenix 007.
El medio día había pasado con éxito, la fiesta era lo soñado mientras se disfrutaba al máximo en cada sección de esta parte del barco. La cantidad de gente era un poco aturdente, pero se sentía la emoción y felicidad en todas partes. En ocasiones me turnaba con los chicos para ir a ver a Herbert que dormía pacíficamente en mi habitación, siendo resguardado por un guardia.
— Hola — le dije al barman — Mira, tengo antojo de una piña cortada en rodajas ¿No quieres complacerme con una? — asintió ensimismado en sus pensamientos sin dejar de mirarme — ¿Lo harás?
— Sí — salió de su trance.
— Gracias — le sonreí — y me harías aún más feliz, si me preparas una piña colada — volvió a asentir tragando con fuerza.
Observé el hermoso mar en silencio mientras el chico me preparaba el cóctel y la fruta. El atardecer estaba divino y radiante, nada podía estar mal. Harper moviéndose al compás de la canción junto a Hebe y Meredith era la sensación, con la hermosa vista a nuestro alrededor.
Había una pequeña discoteca frente al Dj en la planta base en dirección a la punta misma del barco, que retumbaba el lugar y una cantidad deslumbrante de chicas y chicos, al parecer amigos de la recién casada y Harper.
Se distinguía que había más jóvenes de nuestra edad, que adultos pasados de los cuarenta o cincuenta, sin embargo, eso era solo debido a que los adultos fueron a equiparse para la verdadera fiesta veraniega, mientras los jóvenes aún disfrutaban con la respectiva elegancia de esta mañana en la fiesta de la boda.
Incluso yo que aún no me cambiaba el vestido elegante rojo con el que llegué hoy.
Miré a Johann, Brant, Logan y Evan, hablando al final de barra, como orden mía.
No tuve más opción que echarlos de aquí.
Estaban muy expectantes hasta al más mínimos movimiento de mi rostro que los mandé a volar por fastidiosos, lo último que quería era que se preocuparan por mí; y él que nunca hubiéramos estado en situaciones tan sociables como esta, no quería decir que no podía manejarlo.
A veces en serio creía que ellos pensaban que no podía por mí misma.
Después de todo lo que hemos pasado, me indignaba.
El chico me pasó las rodajas de piña en un bol mientras seguía preparando el cóctel. Lo degusté tranquila en mi soledad, sin despegar mi vista del precioso mar caribeño.
— Gracias — emití apática.
De pronto sentí que mi pecho experimentaba una calidez frágil y acogedora, que enseguida identifiqué la causa desviando mi atención a la enorme figura a mi costado con el cuerpo tenso y los movimientos bruscos.
