●• Disfrútenlo •●
Agnes Ivanova.
Me mantuve en ese silencio con mi brazo descansando sobre mis ojos, mientras escuchaba y analizaba las respiraciones de todos. Ninguno se movía y ciertamente sentía las miradas pesadas, así que aparté mi brazo y los miré.
Como estatuas de jardín, allí estaban parados.
Pasé mi mano por el cabello rubio de Herbert y entorné una ceja mirándolos raro. Parecían que estaban viendo un fantasma.
— ¿Por qué se quedan ahí como idiotas? — dije apática.
Sí, no estaba de humor, y las ganas de ocultarlo eran nulos.
Me giré hacia el costado y descansé lentamente a Herbert sobre el sofá, para luego sentarme y ponerme las botas blancas de tacón que me llegaban por encima de la rodilla, hasta la mitad del muslo.
Iba vestida totalmente de blanco, una franela fina y ajustada a mi figura, que iba debajo de un short corto de cuero blanco que también me quedaba muy ajustado, y una pantimedia entera solo para hacer juego. Me veía elegante, sexy y hermosa.
Me levanté sacudiendo un poco mi cabello con ellos sin aún moverse y me acomodé el escote en el corte v de mi franela, antes de agacharme y tomar mi móvil.
— Pero... cómo es que estás aquí — dijo Har.
— Hans la llamó — dijo Grace entrando a la sala seguida de Arthur, quién me miró tan sorprendido como ella, pues papá tampoco sabía que iba a venir.
— No estoy aquí por Hans — dije queriendo burlarme de aquello.
— ¿Sí? ¿Y entonces por qué? — contesto Hans, defensivo a mi tono.
— Porque quiero — dije de inmediato.
Harper y Grace se acercaron a mí y no pude negarles el abrazo porque las había extrañado mucho. Besé la mejilla de la pelinegra y luego el de la rubia.
— Llegamos a las dos de la madrugada — recibí a papá dándole un abrazo tan fuerte y cariñoso como a ellas — No encontré la llave de mi habitación así que me quedé aquí a dormir con Herbert porque tenía frío y la chimenea seguía prendida. Mandé a dormir a mis hombres a las habitaciones de huéspedes de la planta baja que sí estaban abiertas.
Asintió sin darle mucha importancia más que a la caricia en mi rostro.
— Me alegra tanto que estés aquí.
— Gracias, papá.
Él no sabía que iba a venir, porque mi conversación con Hans no fue del todo clara. No llegamos en sí a un acuerdo y no es que hallamos hablado mucho también, pero expresó sus intenciones y yo dije que no estaba segura, así que corté.
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T U Y O S (Míos #2)
Ficción GeneralEl gran paso presiona en acercarse y los recuerdos emergen en el punto fuerte de la mente como un cofre. Cuando todo da paso al inicio de una nueva era, algo aparece derrumbando todo lo que una vez fue, los problemas se arrastran en su surgimiento...