~ ☕ ~ IV

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En una oportunidad hubo menos público de lo normal, aun así seguía sentada en el mesón a la espera de mi café.

Ya era cliente frecuente, así que saludaba a la mayoría de los trabajadores de la cafetería —o por lo menos a los que siempre estaban temprano—, no obstante con él, con él era un tanto diferente.

Ciertamente, habíamos interactuado antes, pero eso no era suficiente para saludarnos de manera natural como lo hacía con el resto, ¿por qué? Simple, él imponía una barrera, un muro que lo mantenía distante, alejado tanto de los clientes como de sus compañeros de trabajo.

Él a la vista de muchos era áspero, serio, y quizás un tanto amargo, pero esa mañana sucedió algo que cambiaría esa perspectiva.

—Hola —saludó, mientras bebía de un café junto al mesón.

—Ho-hola —mi respuesta nerviosa.

Como había menos qué hacer, él estaba momentáneamente descansando y lo hizo sentado casi frente a mí, al otro lado del mesón.

Que haya iniciado un saludo me incentivó a seguir conversando, y más cuando era extraño en él.

—Uhm... Gracias por haberme mostrado tu arte la vez pasada... el, el del café latte.

No obtuve respuesta, solo se limitó a asentir; formándose un silencio entre nosotros.

Esa reacción no me molestó en absoluto, de hecho lo esperaba. Luego de acabar mi café, me levanté del asiento y recogí mis pertenencias, pero antes de marcharme escuché algo nuevo.

—Espero puedas probarlo pronto... un café latte —mencionó, levantándose también, reteniéndome con su mirada.

—Claro, me encantaría. Pero..., solo si me acompañas.

Mi amargo y dulce baristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora