~ ☕ ~ XV

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Nos dirigimos a un lugar más apartado a beber de los cafés que compramos en un lugar de paso, después de todo, lo que conversaríamos requería de un lugar más tranquilo. 

Tras unos minutos llegamos a un mirador cercano. Hallamos una pérgola y nos sentamos en su interior, necesitábamos resguardarnos de la brisa otoñal. Luego de un par de sorbos comenzó a hablar.

—Ella —dejó de beber—, era una compañera de clases. No hablábamos mucho en ese tiempo, pero luego de la graduación comenzamos a encontrarnos frecuentemente. Iniciamos una relación y después de unos cinco años nos casamos. Entre tanto, realicé el curso de barista y al año de ingresar a una cafetería comenzó a enfermarse. Decidimos ir a un médico y luego de una serie de exámenes nos dieron el diagnóstico: cáncer —dejó su café de lado y volvió a mirar a la nada—. Su pronóstico era favorable, existía una cirugía y luego, de ser necesario, seguir tratando con quimio o radioterapia, pero no se pudo realizar. El cáncer fue tan agresivo que antes de la cirugía se descubrió una metástasis. Al cabo de unos meses falleció.

—Andrés...

—Todos dicen que debo seguir adelante, que debo continuar, que ya ha pasado tiempo, pero, me aterra pensar en eso, que si rehago mi vida comience a olvidarla, que se esfume su recuerdo, todo lo que viví con ella... No quiero —llevó sus manos a su rostro—. Desde entonces, viéndola desaparecer, preparándose para decirme adiós; desde el día en que cerró sus ojos..., ¿qué sentido tiene vivir?

—No —me levanté y me ubiqué frente a él—, eso no es así... —lo abracé.

—¿Violeta?

—Es verdad, es imposible mantener el recuerdo de alguien cuando no lo puedes ver, es y será siempre doloroso; pero eso no quiere decir que los olvidemos, ya que indudablemente son parte de nosotros —comencé a sollozar—. Tu esposa vivió, y que la hayas conocido te hace el Andrés de hoy. Nada ni nadie podrá quitarte eso, ni el tiempo, ni el continuar avanzando, ni nada. Es por ello que tu vida tiene todo el sentido del mundo, ¡respiras! ¡Estás vivo!, y esa es razón suficiente para que sigas adelante.

Y mientras rodeaba su cuello y continuaba sollozando, él correspondió mi abrazo.

Mi amargo y dulce baristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora