Había decidió dar a conocer mis sentimientos, pero no imaginaba lo amargo que podía ser que no fueran correspondidos. Hasta en eso se parecía al café.
Después de que Andrés no aceptó mi confesión, se levantó de la silla, tomó sus cosas y sin verme se acercó a la entrada para marcharse, no sin antes mencionar que no iría a la cafetería en dos semanas, pues realizaría un curso para perfeccionar su trabajo. Dejé de asistir a la cafetería no solo esas dos semanas, sino que un mes, y es que debía dejar morir mis sentimientos.
Los días continuaron de la misma manera hasta que en cierta ocasión me encontré con Francisco, iba rumbo a su trabajo.
—Princesa, ¡tanto tiempo! ¿Cómo estás?
—Hola. Bien ¿y tú? ¿Cómo van esos eventos?
—Excelente. Tienes que ir un día de estos.
—Me encantaría —mencioné alegre, aunque sinceramente no deseaba ir, pues ese lugar me recordaba a mis encuentros con Andrés.
—Por cierto, ¿no has ido a la cafetería?
—«¿Cómo es que...» No. Hace tiempo compré una cafetera, así que preparo mi café en casa. Además, mi auto volvió al taller, así que por tiempo voy directo a mi trabajo... Ya no necesito ir —murmuré.
—¡Tenía razón!, ahora comprendo el porqué de su actitud.
—¿Eh?
—Andrés. Desde que no ha visto a su "cliente frecuente" —me observó—, ha estado apagado, cerrado...
—Él es así en su trabajo. No creo que mi ausencia sea la causa, no tiene que ver conmigo.
—Violeta, desde que te conoció, su sonrisa ha vuelto a su rostro, y ahora que no te ha visto pues... Un consejo —se acercó—: no lo dejes solo. ¡Ah! Y algo más, lo que dijo es todo lo contrario.
—¿Eh? De qué...
—Éxito princesa. Nos vemos —se marchó guiñando un ojo.
—¿A qué se refiere con todo lo contario?
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Mi amargo y dulce barista
Short Story✓(♡) Debido a un desperfecto doméstico Violeta comienza a asistir regularmente a la nueva cafetería que se instaló a unos cuantos pasos de su trabajo, sin sospechar que, las características del café que tanto le deleitaban, no solo las encontraría e...