Mi amargo y dulce barista

~ ☕ ~ XVIII

—¡¡¡Bravo!!! ¡Otro, otro, otro...!

Reinaba la alegría, los gritos de emoción y los aplausos por el gran espectáculo que Francisco había presentado en la barra. 

Nunca había visto algo así, prácticamente eran malabares con botellas y vasos, sin duda increíbles acrobacias que iban acorde a la música. Y qué decir de Francisco, ¡jamás pensé que existiera una sonrisa tan radiante!, realmente disfrutaba lo que hacía.

—¿No podrías hacer eso con el café?

—Uhm, creo que si lo hiciera me quemaría sin dudar.

—Oh, tienes razón. Mejor no lo hagas.

—No, no lo haré —respondió Andrés sonriente.

Nos sentamos en la barra y nuevamente compartimos un café, pero en esa ocasión fue otro cóctel.

—Aquí sus espresso martini —Francisco se encargó de atendernos.

—¡Gracias! ¡Qué linda preparación! —Tenía granos de café como adorno—. ¿En qué consiste?

—Lo que probarás princesa, es un deleite al paladar —se acercó frente a mí—, un verdadero poema... Disfrutarás de una mezcla de vodka, espresso, licor de café y... —se acercó aún más—, un secreto de autor~.

—Bien, bien —mencionó Andrés alejando de mí a su amigo—, nos quedó claro.

Luego de un par de miradas entre ellos y con un rostro más que sonriente de parte de Francisco, se alejó de nosotros, no sin antes decirme que aquel cóctel era de cortesía y su disculpa por la vez pasada. 

Mientras se marchaba veía como él "coqueteaba" con las clientes de la barra, lo cual me impulsó —con un medio martini ya en mi cuerpo— a preguntar algo personal.

—Qué opinas de... —apunté discretamente en dirección a su amigo—. ¿Una relación cliente-empleado?

No respondió de inmediato, pero, luego de beber de su copa y voltear a verme, dijo algo que me ilusionó.

—No creo que sea lo correcto. Pero —continuó tras una pausa—, tampoco creo que sea imposible —mencionó con su intensa voz, viéndome a su vez con esos ojos cada vez más cálidos, aquellos que me encantaron desde la primera vez.