~ ☕ ~ XXVI

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Estaba inerte, con múltiples curaciones, y conectado a través de tubos para poder respirar. Con miedo me acerqué a su lado, y cuando por fin lo vi mis lágrimas brotaron sin control. Él ya no era el Andrés que había visto horas antes.

—A-An-drés...

Mi voz no quiso salir. Solo se escuchaba el constante sonido de las máquinas que lo mantenían con vida, junto a mis sollozos entrecortados que no podía detener. 

Estaba grave. El casco de cierta manera lo había protegido, aun así, él se encontraba en riesgo vital.

—Andrés, soy Violeta —dije al fin, controlando mi destrozada voz. Obviamente él no respondió.

Continuó sin reaccionar; sin embargo, seguí hablando, no me quería alejar.

—Te esperé mucho tiempo ¿sabes? Eso no es propio de un caballero —no sabía qué decir—. Estaba realmente ansiosa por vernos en el mirador, de hecho pasé antes por la cafetería y te vi, como siempre, dedicado a tu trabajo... Si tan solo te hubiese esperado en vez de... —comencé a sollozar todavía más—. Andrés, por favor, despierta..., aún no me dices de qué querías hablar.

—¿Vio-le-ta?

—¡Andrés! Estás..., voy por la enfer...

—No. Ne-ce-si-to...

—No, no hables. Debes descansar, deja que voy... —agarró mi mano.

—Te quie-ro —murmuró—. Te... quiero Violeta... te quie-ro... —su mano se desplomó.

En ese momento las máquinas en las que estaba conectado comenzaron a emitir un sonido distinto. Rápidamente el personal médico se acercó a él, y a mí me sacaron de su lado.

—¿Andrés? Espera, yo también...

—Debe salir, no puede estar aquí.

—No, por favor, ¡Andrés! ¡Debes escuchar también lo que siento! —gritaba mientras era empujada por una enfermera—. Aún faltan muchos, ¡todavía no he probado todos tus cafés! Por favor Andrés... ¡No te vayas!

No obstante, a pesar de todos los esfuerzos de los médicos, Andrés no volvió a abrir sus ojos.

Mi amargo y dulce baristaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora