Era un local agradable.
No sabía que cerca de ahí había un restobar —bueno desde hace un buen tiempo que en mi campo visual solo existían mi departamento, mi lugar de trabajo y la cafetería—. Nos sentamos en una mesa y al cabo de unos minutos nos atendieron.
—Buenas noches, ¿tomo su orden? —Y es que el menú estaba en la mesa.
—Sí, dos cafés irlandés por favor —mencionó sin haber visto la carta—. ¿Deseas algo más? —preguntó viéndome interesado.
—No, nada. Con el café estaré bien, gracias.
—Eso es todo —indicó dirigiéndose al mesero.
—De acuerdo, enseguida llega su orden.
Debo reconocer que debido a la felicidad que me causó verlo después de tanto, acepté su invitación enseguida. Sin embargo, sentada ahí, frente a él, el remordimiento me corroía internamente, y es que de manera inconsciente posaba mis ojos en su argolla.
Luego que se retirara el mesero no hablamos mucho. Deseé romper el hielo, pero, de lo nerviosa que estaba, pregunté lo primero que vino a mi mente.
—¿Cómo... cómo es tu esposa?
Sí, fue la pregunta menos delicada y la más angustiante para mí en ese momento. Él, por su parte, se extrañó por ello, no obstante, bajó su mirada y con su mano derecha comenzó a girar su argolla en su dedo, acción que originó en su rostro una leve sonrisa con la cual me respondió.
—Ella..., ella es distraída e ingenua; me hace estar siempre pendiente —pausó, no solo su respuesta, sino también el movimiento a su argolla, concluyendo—: Ella, es una mujer maravillosa.
Y con aquella declaración mi corazón simplemente se desmoronó.
¿Qué era lo que esperaba?
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Mi amargo y dulce barista
Short Story✓(♡) Debido a un desperfecto doméstico Violeta comienza a asistir regularmente a la nueva cafetería que se instaló a unos cuantos pasos de su trabajo, sin sospechar que, las características del café que tanto le deleitaban, no solo las encontraría e...