CAPÍTULO 3: FAMILIA

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Me acabo de despertar, me restregué un poco los ojos y decidí tomar mi celular para mirar qué hora es, no era tan tarde eran las once de la mañana, tenía bastante pereza, gire a mi izquierda y estaba mi hermano dormido haciendo pucheros, se ve muy gracioso y tierno a la vez. Me levanté para ir al baño y lavarme los dientes para bajar y desayunar, me suponía que mis padres también se estaban apenas levantando, mientras me limpiaba mis dientes, me di cuenta de que todo estaba tan normal, mi hermano y yo viendo alguna película de nuestra infancia y haciendo nuestra especialidad de chocolate, extrañe el estar aquí y disfrutar de todo esto, no sé cómo una persona puede aguantar un año en un lugar lejos de casa. Abrí la puerta de mi habitación y absorbe a mi hermano dormir, pensé en despertarlo pero me dio pesar, se encontraba durmiendo tan plácidamente que preferí no levantar lo, baje las escaleras y me dirigí a la cocina y efectivamente estaba mi madre.

—Madre ¿qué haces? - ella se giró de inmediato hacia mí.

—Pues estaba a punto de hacer el desayuno, como puedes observar

—¿Qué piensas hacer? —pregunte tratando de mirar lo que sacaba de la nevera

—Pues ahora que te despertaste, ayúdame a hacer waffles.

—Claro yo te ayudo-me dirigí directo a su lado.

—Busca en la despensa la harina para los waffles —sacamos todos los ingredientes y unos minutos e ingredientes después me encontraba moviendo una cuchara en un gran tazón la mezcla de los waffles.

—¿Cómo la pasaste con tu hermano? —preguntó mi madre mientras buscaba algo.

—De maravilla como siempre —tenía una sonrisa en mi rostro que no se me quitaba.

—Que bien, se nota que lo extrañabas.

—Los extrañaba a todos, fue duro estar un año en ese hospital sin ustedes y más sin mi hermano, las noches solían ser eternas y más cuando lo único que pensaba era en ustedes, la desesperanza y frustración que sentí fue mucha.

—Fue muy duro y no me imagino como fue para ti, tu hermano la pasaba fatal, él no sabía qué hacer cuando quería ver una película, a veces la veía con nosotros o si no simplemente no la veía, cuando quería hacer su montaña de chocolate, prefería no hacerla que porque no era lo mismo si no estabas tú, nada era lo mismo sin ti, yo que solía ir casi todos los días al hospital, sentía ese gran vacío, para tu hermano y tu padre fue peor ya que la únicas veces que te veían era cuando había terapia familiar y todos sabemos que eso no era muy constante —me sentía triste por provocar les esto, pero me sentía feliz que yo no fui la única que los extraño.

—Madre pues la verdad eso fue horrible y yo igual lo extrañe demasiado tanto a él, como a padre y en especial a ti, pero cuando ya estaba mejorando y seguía ahí, me preguntaba todos los días porque seguía a hi, si se su ponía que todo estaba bien, sentía que quería salir corriendo y no podía. Aunque lo que también extrañaba mucho eran tus desayunos y todas tus comidas —ella rio al escucharme decir esa tontada— extrañaba los dulces que padre siempre nos traía cuando venía de trabajar, extrañaba las noches de risas con mi hermano, el hacer nuestra montaña de chocolates y hacer un desastre en esta cocina, como siempre lo solemos hacer cuando nos ponemos supuestamente a cocinar.

—De qué hablan las dos mujeres más hermosas de esta casa —era mi padre entrando a la cocina con una sonrisa en su rostro.

—De todo un poquito cariño —extrañaba ver la unión de mis padres, el amor que se reflejaba en ellos, es hermoso.

—¿Tú como estas? —Lo decía mientras se sentaba en el mesón de la cocina y acariciaba mi espalda con su mano.

—Bien papi, ahora que estoy en mi casa y con mi familia estoy perfecta —le dirigí una sonrisa.

BELLA SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora