CAPÍTULO 8: CANSADA

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Me encontraba en clase de historia, era tan aburrida, empecé a mirar un poco a las personas que estaban en el salón hasta llegar a los ojos de él, Zane me miraba, me sonrió al instante y yo a él, en ese momento saco su celular y unos segundos después sonó mi celular y era un mensaje suyo.

—¿Nos vemos esta tarde?

—No puedo, debo hacer unas cosas con mis padres —le conteste.

—¿Y en la noche?

—Si creo que no debo hacer nada.

—Bueno en la noche será —en ese momento el profesor me habló.

—Señorita por favor guarde el celular—la atención de todos recayó en mí.

—Sí señor —contesté de inmediato. Algunos siguieron mirándome por unos segundos y otros cuchichiaban y presentía que era por mí.

***

Estaba caminando directo al hospital psiquiátrico para empezar el grupo de apoyo, no deseaba ir, pero mi madre insiste que debo asistir a esos grupos, me parece ridículo estar con personas igual de locas que yo. No está bien decir eso, solo que a veces no aguanto mi vida y los problemas que me que tengo a causa de una enfermedad que no pedí tener.

Me encontraba en recepción —buenas —dije.

—¿Dónde queda el grupo de apoyo de enfermedades mentales?

—En el segundo piso, habitación 17.

—Gracias.

Me dirigí al ascensor, pensé subir por las escaleras pero quedaba muy lejos, pero la pereza de subir las escaleras era mucho más fuerte que el esperar el ascensor el ascensor no demoro demasiado, subí en él y no se demoró en subir hasta el segundo piso, me baje de inmediato al abrirse las puertas, me dirigí a la habitación 17 que me suponía que sería una habitación grande y espaciosa con sillas, pues nunca antes había asistido a grupos de apoyo nunca los había necesitado, al entrar a la habitación había como 12 sillas que formaban un círculo o la famosa mesa redonda, habían 3 sillas vacías, habían personas de múltiples edades, al entrar todos me observaron, solo me senté, creo que nadie quería estar ahí incluyendo a la psicóloga, no se demoró mucho en llegar las otras dos personas que faltaban, todos esperábamos que la psicóloga hablara.

—Bueno, para los que no me conocen soy la psicóloga francisca Hernández, todos están aquí por diversas enfermedades mentales, quiero que sepan que este será un espacio de íntima confidencialidad, lo que se diga aquí se quedará aquí, yo los ayudare en el lado profesional para guiarlos y ayudarlos con todo lo que necesiten en todo ámbito ¿alguien desea empezar con su historia? —todos nos miramos entre sí para ver quien se dispondría a empezar a hablar.

—Me diagnosticaron depresión hace 6 años, el lidiar con esta enfermedad al principio fue muy dura, no sabía que me pasaba, un día estaba completamente feliz en mi trabajo otro día estaba triste y no deseaba hacer nada, además de solo estar acostado, otro día tenía un carácter insoportable que ni siquiera yo me aguantaba, las medicinas no quería tomarlas, no asimilaba el hecho de que tenía una enfermedad mental, perdí mi trabajo y casi pierdo a mi familia, cuando no tomo mis medicinas empiezo a tener episodios y eso se nota al instante. Cuando llevaba 4 años decidí que no debía tomarlas ya que no tenía un episodio hace aproximadamente 2 años y me intente suicidar, no me acuerdo muy bien de esa semana lo poco que me acuerdo es que gracias a mi familia no alcance a atentar contra mi vida.

—Gracias, creo que la historia del señor es de admirar, solemos tomar muchas veces la vida como si no fuese nada, o tomar estas enfermedades como algo pasajero y que no los afectará, pero lo que hacemos los psicólogos y psiquiatras u otros médicos que los ayudan es por su bien y muchas veces en su desesperada decisión de estar bien, arruinan con todo el proceso que ya llevaban.

BELLA SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora