CAPÍTULO 12: EL MIRADOR

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Estaba sentada en la banca detrás del pequeño bosque, miraba el atardecer y sus colores, me lamentaba por no haber traído una hoja y dibujar tan hermoso atardecer que había en aquel momento, había quedado en verme con Zane hoy, ayer estuvimos todo el día juntos, estuvimos recorriendo el pueblo ya que él lo quería conocer un poco mejor, visitamos varias partes emblemáticas de la ciudad, fuimos hasta a uno de los consultorio de mi mamá, aunque ella no estaba, en ese momento me suena el celular, volteo a ver a mi celular que está atrás en la banca, yo estaba viendo el paisaje y su atardecer en el barandal, me dirigí hacia la banca y tomo mi celular y por sorpresa era un mensaje de Zane.

—Hola ¿Dónde estás?

—Estoy en la banca detrás del bosque.

—¿Puedo ir?

—Si quieres.

—Ya voy —yo volví a dejar el celular en la banca y me devolví hacia el barandal, pensaba en Zane y me preguntaba sobre sus padres, en su casa no hay ni una foto de ellos, ni nada de su existencia, ni tampoco la nana que me dijo tener, ayer pude conocer a las dos señoras que trabajan en su casa, pero tampoco nada de su nana. En ese momento sentí un ruido en el bosque y me supuse que era Zane no mire hacia tras y solo, en un momento sentí como una mano me tocaba la espalda y me tomaba por la cintura hacia un lado.

—¿Qué miras?

—El paisaje y este atardecer ¿no te parece hermoso?

—Si lo es, igual de hermoso a ti —yo me reí de inmediato

—¿¡que!?

—Deja tus cursilerías.

—No te gustan mis cursilerías —me obligó a míralo y empezó acercarme hacia él, y me llenó de besos la cara y al final me beso en los labios por unos cuantos segundos —sigo siendo ridículo.

—Si —lo dije con una risa y eso lo hizo reír —pero si tal vez me das otro beso no lo seas tanto.

—Me estas chantajeando niña.

—Pues si tú lo ves de esa forma, si —el me beso.

—No, no quiero caer en tus chantajes —rodeé mis manos en su cuello y acerqué más su cuerpo al mío y puse mis labios rozando los suyos.

—¿Estás seguro?

—No, no... —no se resistió y me volvió a besar. Estuvimos así por unos cuantos minutos, él se quedó unos segundos más y observó el paisaje conmigo desde el barandal, después se sentó en la banca.

—¿Qué ves aparte del paisaje?

—¿A qué te refieres?

—¿Tú ves solo un paisaje o algo más?

—Veo muchas cosas trascendentales, es un paso entre el día y la noche, intenta estar presente pero no lo puede, al final siempre gana la noche, pero todos lo admiran, su iluminación es perpetua ante los ojos de las personas e insignificante ante la noche y el día —voltee a verlo y su mirada estaba plasmada en el atardecer

—Ves todo eso en un simple atardecer.

—Creo que sí.

—Pues a veces yo me siento insignificante como un atardecer ante la noche y el día.

—¿Por qué lo dices? —caminé hacia él y me senté a su lado en una de las esquinas de la banca

—Insignificante ante este mundo lleno de personas increíbles en todos los ámbitos posibles.

—No eres insignificante.

—Como no ser ante personas brillantes e inteligentes.

—Creó que tú mismo sabes que el ser inteligente no te hace brillante.

BELLA SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora