CAPÍTULO 32: COLAPSO MENTAL

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—Vamos Zane —le dije parada desde el marco de la puerta de la habitación.

—Espera tomo mi abrigo.

Espere a que tomase su abrigo, bajamos hasta el vestíbulo. Mi madre abrazaba a mi hermano, mientras mi padre los ve con detenimiento.

—Yo también te extrañare mucho, sin duda lo are —su voz se quebró un poco.

—Cuídate Zac, y mantennos informado de todo y te ordeno que me llames más seguido.

—Bueno madre —él se dirigió a mi padre.

Mi padre le sonrió y lo tomo en sus brazos, mi padre es muy poco expresivo y no demuestra mucho el amor hacia nosotros, pero este acto demuestra ese gran amor por sus hijos.

—Cuídate hijo —mi hermano asintió con su cabeza, mediante una sonrisa.

—Chicos, muchas gracias por venir, mis hijos son muy afortunados de tener su amistad.

—Y nosotros la de ellos —dijo Erick.

Mi madre se acercó a Nicoll y le dio un beso y un pequeño y corto abrazo igual a Erick y a Gabriel.

—¿Por qué te despides de ellos? —le pregunté a mi madre confundida por lo que acaba de hacer —Tu vienes con nosotros.

—No, regreso el miércoles, mañana tengo varias entrevistas y todavía quedan algunos asuntos los cuales debo solucionar antes de regresar.

—Debí suponerlo —exhale y cerré mis ojos unos segundos —Espero que te vaya muy bien en esas entrevistas y espero que soluciones todo para que volvamos hacer los Smith.

—Yo también lo quiero —le di un abrazo, igual a mi padre.

—Nos vemos el miércoles —les dije a mis padres.

Zane se acercó a mi madre, le dio un abrazo y un beso en la mejilla, a mi padre un fuerte apretón de manos.

—Gracias por acompañarnos y cuidar de nuestra hija. Por favor cuídala estos dos días que no estaremos —el me miro, con dulzura y con un brillo el cual me indicaba la ilusión que le provocaba el mirarme y el hecho de que soy su novia.

—Claro que lo are Esther.

—Adiós señor —le dijo Zane a mi padre.

Salimos de la casa y las camionetas nos están esperando, en una nos montamos Zane y yo. En el otro mi hermano y Gabriel. En el otro Nicoll y Erick y dos carros más de escoltas.

La seguridad que debemos tener al venir a la capital es demasiada y por eso no me gusta venir a esta ciudad.

Nos dirigimos al aeropuerto, esperamos que llamaran a mi hermano de su vuelo, Gabriel se estaba despidiendo de él, observo como ambos se miraban, mi hermano gritaba por dentro «vente conmigo», Gabriel gritaba «no te vayas, quédate aquí, junto a mí», debía buscar una solución para que ellos dos puedan estar juntos —Me acerque a mi hermano.

—Mocoso, de nuevo en un aeropuerto —Zane toma de mi mano.

—¿Si quieren los dejo unos minutos? —dijo Zane mientras intenta dejar de tomar mi mano.

—No, quédate Zane —le dijo mi hermano —quiero agradecerte por estar y cuidar de mi hermana, sé que ella no necesita a nadie que la cuide, pero gracias por intentar hacerlo, gracias por amarla y hacerla feliz. Cuídala a pesar de que ella no quiera ser cuidada, sálvala a pesar de ella no quiera ser salvada, amala a pesar de que ella no quiera que la amen y cuídala sobre todo de sus demonios, aunque ella piense que esté a salvo de ellos. En algún momento lo entenderás, cuídense el uno al otro y cuiden el amor que se tiene, muchas veces el amor puede destruirlos a ustedes mismos, no se dejen destruir, ámense sobre todas las cosas en el mundo, cuídalo Iría, él te ama, lo veo en sus ojos cada vez que te mira y disfruten cada momento ya que nada es para siempre.

BELLA SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora