CAPÍTULO 19: SUPERAR LOS MIEDOS DE LA INFANCIA

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—Buenos días Iria.

—Buenos días luz —me acerque a ella y observe el jugo de naranja que hacía.

—¿Qué piensas hacer de desayuno?

—No sé, estoy haciendo jugo de naranja y café, ¿no sé qué les gustaría?

—Haz eso huevos revueltos que sueles hacer y algo de fruta.

—Tenía en mente los huevos revueltos, todavía me acuerdo como te gustan —es verdad, me gustaban mucho.

—¿Te ayudo en algo?

—Ve al comedor y pon la mesa —salí de la cocina y me dirigí al comedor, pasé por la sala y abrí las puertas dobles, me vinieron de inmediato viejos recuerdos, el comedor, es de madera y algo rústico, me acuerdo tantas cenas, tantas fechas importantes que pasamos en esta casa y en este comedor.

Puse dos puestos, el de Zane y el mío, organicé todo como lo solía hacer mi madre y mi abuela.

—Buenos días —era la voz dulce de un hombre, se me formó de inmediato una sonrisa en mi rostro, voltee a verlo y él también tenía una sonrisa en su rostro, aunque esté un poco aperezado.

Él se acercó a mí y me tomo por la cintura, yo puse mis manos en su cuello y le di un beso.

—¡Wow! —lo dijo mientras observaba todo —este lugar es muy peculiar.

—Un poco.

—Ahora que lo pienso en la casa de mis padres de la capital, los muebles son como figuras geométricas, como aquí.

—Es una coincidencia, creo —le sonreí.

—El comedor es un decágono ¿o no?

—Si lo es, mi abuela lo mando hacer así.

—¿Por qué?

—Mi abuela amaba las figuras geométricas, puedes observar los cuadros que hay en toda la casa y son figuras geométricas, la estructura de la casa, casi todo aquí es así, veo que no eres muy bueno observando.

—Pues si observé un poco ayer la cocina, pero no observé demasiado y ahora que me pones a pensar y a observar un poco más, tienes razón, muchas cosas son figuras geométricas.

—Si, lo son.

—Pero me parece bonito este lugar del comedor, entra mucha luz.

—Su techo y paredes son de vidrios, por si no observas —el río.

—Si esta casa es más peculiar que yo.

—No, no hay nada más peculiar que tú, ayer en la noche me lo demostraste —me mordí suavemente una parte de mi lado inferior.

—¿Ah sí? —se acercó de nuevo hacia mí, y me dio un beso cogiéndome de la cara y quien tomó su cintura fui yo.

—Disculpa interrumpirlos —era Luz la que hablaba.

—Tranquila.

—Bueno... el desayuno ya está listo, ¿podrían ayudarme a traer algunas cosas?

—Claro señora Luz —dijo Zane muy amable y dispuesto ayudar.

—Yo terminare de poner la mesa.

—Dale sisu, yo le ayudo a traer el desayuno —yo le sonreí, él salió del área del cuarto del comedor y se dirigió a la cocina con Luz.

Desayunamos juntos como toda esta semana, pero esta vez el no preparo el desayuno, el quedó fascinado con los huevos revueltos de Luz, sabía que le encantarían, al terminar de desayunar, nos quedamos hablando de bobadas en el comedor por algunos minutos y después nos dirigimos a la habitación, queremos arreglarnos, para disfrutar este día.

BELLA SALVACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora