Al abrir mis ojos después del largo sueño que tuvimos, el lugar era extraño y no podía recordar donde estaba, mi mente estaba jugando conmigo de la peor forma. Lo único que era familiar y muy conocido para mí era la persona que dormía a mi lado, pero a pesar de que él también estaba durmiendo en esta habitación, no era su habitación la cual ya era como mi segunda habitación.
Todos los recuerdos fueron llegando a mi mente, a la hora en que llegamos, el largo vuelo y en el lugar en que estábamos. El viaje nos dejó agotados y dormimos más de lo normal, aunque no lo suficiente. Al apartar las sabanas de mi cuerpo y pararme de la cama y acercarme lentamente a la puerta para salir, sentí como alguien cocina.
Al salir de la habitación, encontré en la pequeña cocina a mi hermano haciendo el desayuno con mucho detenimiento, fue inevitable no sonreír al ver esa escena. No es un milagro que mi hermano meta las manos a una cocina, se muy bien que no le desagrada cocinar, pero era extraño que ya fuese algo normal, algo matutino y rutinario para él, pues su llegada aquí, solo, sin la presencia de mis padres lo obligo aprender algo mas que no fuera postres o desayunos que incluyeran aun mas dulces de los que pudiéramos imaginar.
—Ya sabes cocinar —dije mientras hacía notar mi presencia en la cocina.
—Me tocó aprender —voltio y me sonrió, me senté en el comedor el cual está justo al lado de la cocina.
—¿No se te quema nada? —dije en broma.
—No, al principio debo admitir que sí, pero ahora no... ya soy un experto en el arte culinario.
—Qué bueno mocoso, pensé que lo único que aprenderás al venir aquí es a hacer maquetas, pero ahora veo que no.
—Deja de bromear, al igual tu ni siquiera sabes hacer nada, ni siquiera sabes cocinar.
—No tengo necesidad de saber, siempre hay un hombre el cual conozca el arte de prepararme algo para llenar mi estomago —el sonrió e igual yo.
—Solo porque tu novio te cocina no significa que no debas aprender, es buenos saber de todo.
—Tienes razón, pero por el momento no quiero aprender, me quedo con mis hombres cocineros.
—Aprenderás cuando tengas que dejar la casa para encontrar tu camino en esta vida. Cuando estamos solo y lejos de nuestros padres la vida nos obliga aprender hacer todo por nuestra cuenta.
—Tal vez —lo dije sonriendo, viendo cuanta verdad tenían sus palabras.
—¿Y tú príncipe azul? —me pregunto mientras en su rostro se le formaba de nuevo una sonrisa.
—Durmiendo.
—No deberías estar y haciendo lo mismo.
—Si, pero sabes que no soy de dormir mucho.
—Lo sé, le dejaré un poco de huevos revueltos y tocino para cuando despierte.
—Gracias mocoso —él trajo dos platos con el desayuno, y los puso en la mesa —Tengo que hablar contigo.
—¿De qué? —pregunto asustado.
—De Gabriel y tu —el solo sonrió al escuchar ese nombre, sus mejillas se pusieron rojas y fue inevitable que una sonrisa no saliera de su rostro.
—¿Pasó algo con él? —se estaba preocupando, después de que mis palabras demoraran en salir.
—No claro que no, pero creo que tengo la solución para que ustedes estén juntos —él me miró raro como si estuviese diciendo solo estupideces.
—Ahora que idea loca tienes en esa cabeza —dijo mi hermano, negando con su cabeza, pero dispuesto a escuchar esa loca idea.
—No es una idea loca —. El frunció el ceño.
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BELLA SALVACIÓN
Teen FictionAl volver a su casa con su familia se daría cuenta de la presencia de su nuevo vecino, el cual era totalmente desconocido en el vecindario pero el cual causaría una curiosidad desde la noche en que lo vio desde su mirador. Zane llegaría a la vida d...