Capítulo 19: "Los últimos de Mish"

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Ciudad Mish

Los 20 soldados que fueron enviados por el capitán 2 ya habían llegado a la ciudad. En su trayecto no se encontraron con ninguna persona, la ciudad se veía totalmente desolada, lo único que se movía eran las hojas con la brisa del viento. 

Mairmen ordenó a sus soldados que buscaran por toda la ciudad al sujeto que asesinó al capitán 1 y si no lo encontraban, tendrían que hallar a algún humano para interrogarlo y así encontrar información sobre el paradero de dicho hombre. 

Por su parte, él recuperaría la nave espacial del C1. Para ello tuvo que buscar el cuerpo del capitán, que por cierto, ya estaba comenzando a descomponerse junto con la basura debajo de un árbol... El líder hizo un corte con un cuchillo en el dorso de la mano izquierda del capitán, de donde extrajo un pequeño dispositivo ovalado de color rojo, luego tomó el dedo índice del capitán y lo puso sobre este; al haber hecho esto, a unas cuantas cuadras se hizo visible la gran nave espacial. La cual todo el tiempo había estado allí, solo que aquel dispositivo tenía la facultad de hacerla invisible al hacer contacto con la huella del capitán, esto como una medida de seguridad.  

—Con que ahí estaba, bien, primera misión cumplida —comentó el líder del escuadrón guardando el dispositivo en uno de sus bolsillos.  

Los pocos habitantes que quedaban con vida en la ciudad estaban muy bien escondidos, habían podido hacerlo a tiempo gracias a que las naves voladoras en donde los soldados se transportaron emitían un ruido bastante fuerte, lo que los alertó de inmediato.  

—¡Líder! —Se dirigió un soldado a Mairmen —no hemos encontrado a nadie por toda la ciudad, ya la sobrevolamos y caminamos por todas las calles, pero parece estar deshabitada —informó. 

—Así que no hay rastro del sujeto que mató al capitán 1... ¿Revisaron las casas? —Interrogó el líder.   

—No a profundidad, pero si revisamos desde las ventanas y puertas, no se vio a nadie. 

—Entonces háganlo, no importa si esto nos consume más tiempo del esperado, debemos hacer lo mejor que podamos la misión dada por el C2 —le pidió Mairmen.  

El soldado obedeció y por medio del comunicador les informó la nueva orden a sus compañeros. De esta forma, comenzaron una búsqueda más minuciosa por cada una de las casas de la ciudad. Las personas comenzaron a sentirse muy nerviosas al ver que estaban entrando a las casas, así que buscaron sus mejores escondites, como lo eran los sótanos, áticos, tanques, basureros, entre otros lugares que difícilmente serían encontrados por los soldados a simple vista.   

Aunque la mayoría de los sobrevivientes se escondieron presos del miedo por volver a vivir otra vez ese infierno; que momentáneamente pensaron que se había acabado con la derrota del C1, algunos estaban cansados de siempre huir y al recordar que esos jóvenes habían dado todo de sí en el combate contra el capitán, se llenaron de valentía y decidieron hacerle frente a los soldados. Después de todo, a quien más le temían eran a los capitanes por sus sobrenaturales habilidades, no a los soldados, que a pesar de tener extrañas armas, no resultaban igual de peligrosos. Pensando de esta forma, quienes pudieron se formaron en pequeños grupos de 3 a 5 personas y aquellos que estaban solos se arriesgaron a hacerlo por su propia cuenta.   

La misión del escuadrón del capitán número 2 marchaba con tranquilidad, hasta que fue perturbada por gritos desde varias partes de la ciudad; eran gritos de angustia y dolor. 

—¡¿Qué está pasando?! ¿Por qué el alboroto? —Mairmen se contactó algo inquieto con sus soldados. 

—¡Los humanos no están atacando! —Informó con histeria un soldado que segundos después fue asesinado por un rastrillo en la cabeza.  

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