Capítulo 22: "Acuerdo fallido"

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Ciudad Llermmy

El parque de la ciudad se había convertido en el centro de operaciones de la capitana y de sus soldados. Allí reposaba la enorme nave espacial, el armamento y varias jaulas en donde mantenían encerrados a decenas de hombres jóvenes, quienes estaban desesperados por escapar o que alguien pudiera liberarlos de su trágico destino. 

En tanto la búsqueda avanzaba, la C5 se estaba arreglando sus uñas con delicadeza a la vez que observada por un espejo sus suaves labios, pero su relajante sesión de belleza fue interrumpida por uno de sus soldados que ingresó con prisa a su gran oficina en la nave. 

—Perdón por ingresar sin avisar... Pero... ¡Señora, tenemos problemas! —Comentó rápidamente.

Ella se giró molesta sobre su silla al escuchar la voz del soldado.

—¡Señorita! ¡Imbécil! —Le reprendió soplando sus uñas color rojizo. 

—¡Perdón, señorita! —Se disculpó de inmediato agachando la cabeza. 

—Así está mejor... ¿Qué ocurre? —Interrogó aún enojada. 

—La gran serpiente está siendo atacada con cañones por los militares de la ciudad y han logrado herirla considerablemente en una parte del cuerpo.

—¿No se supone que cuando llegamos ordené que eliminaran a la fuerza armada de la ciudad? —Le cuestionó elevando la voz. 

El soldado inclinó nuevamente la cabeza pidiendo disculpas antes de responder:

—Sí señorita, eso hicimos... Pero al parecer no los matamos a todos y quedaron varios militares escondidos en algún lugar de la ciudad —informó. 

—¿Y por qué no los matan? ¡Eso es lo que deben hacer, en vez de venir aquí a molestarme! —Se quejó la número 5, tal cuál niña pequeña.   

—Lo que pasa es que donde están atacando casi no hay soldados... Mi pequeño grupo intentó hacerles frente pero eran demasiados para nosotros y terminaron dando de baja a 3 de mis compañeros con esos cañones... Intenté comunicarme con usted por medio del Leiter, pero no me contestó, por eso vine con rapidez para informarle presencialmente —el soldado relató lo sucedido.  

La capitana recordó cuando ella colgó una llamada porque se estaba arreglando el cabello.

—Ah, conque eras tú... Bueno, tendré que ir entonces, porque los inútiles de mis soldados no pudieron con su trabajo —lo miró con desprecio.

La capitana se levantó de la silla y se dirigía a la puerta cuando fue sorprendida por la llegada del líder de su ejército.

—Señorita, no tiene por qué molestarse, nosotros nos encargaremos —afirmó el líder, un sujeto de apariencia juvenil, piel violeta, complexión delgada, cabello blanco y ojos grises. 

—Saído, ¿qué haces aquí? ¿No tendrías que estar observando las características físicas de los prisioneros? —Interrogó la capitana algo sorprendida por su presencia.  

—En eso me encontraba, cuando recibí una llamada de un soldado informándome de un ataque a su creación, por eso vine aquí para preparar unas cuantas armas, pero al parecer alguien llegó primero —miró molesto a aquel soldado. 

—Lo siento líder, pero como usted no me dijo nada, decidí decirle a la capitana —se excusó.

—No importa, iré yo misma —Saído iba a insistir pero la capitana se le adelantó —tranquilo, igualmente tengo que ir, no puedo permitir que hieran a mi valiosa Serpilant que tanto touzer (energía especial) me costó.  

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