Capítulo 20: "Juegos sádicos"

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La gran explosión que acabó con la ciudad Mish fue percibida desde varios puntos de la región, y el pueblo en donde estaban Daine y los demás —por ser uno de los más cercanos—, no fue la excepción. Desde las casas y calles las personas observaban con desconcierto la gran nube de humo en forma de hongo que se creó en el cielo, sobresaliendo por encima de las montañas.   

—¿Qué demonios es eso? —Se preguntó Daine mirando el extraño fenómeno sin pestañear.

—Ni idea... Nunca había visto algo así, pero esas no son nubes normales... Es más como si fueran resultado de una explosión... —Comentó Yirene igual de impresionada.  

—Sea lo que sea, creo que todos sabemos quiénes son los responsables... —Añadió Naely con la vista perdida en aquella nube. 

Sotmi apretó sus dientes con furia mientras observaba la dirección de donde parecía provenir dicho suceso.

—Eso fue... En Mish... Mi ciudad natal... —Declaró con una voz muy seria impropia en él.

Los jóvenes se miraron entre sí confundidos, tratando de entender que había pasado allí.

—Pero... ¿Por qué atacarían a esa ciudad? Es más, ¿Quién lo haría? Si el capitán 1 ya está muerto junto con su ejército —cuestionó Daine con inquietud.   

—Bueno, pudo haber sido otro capitán... Pero si fue Mish a quien atacaron no tiene mucho sentido, esa ciudad ya estaba acabada gracias al C1, ¿qué iban a ganar haciendo eso? —Expresó Naely. 

Sotmi giró su rostro hacia los 3 para compartir sus pensamientos:

—Sí, cualquiera de los otros capitanes podría haberlo hecho, pero lo más probable es que fuera el número 2, ya que Derec es la ciudad vecina de Mish... —Colocó una mano en el mentón y prosiguió —ahora, el motivo del ataque puede estar relacionado con el asesinato del capitán 1. 

—¿Por venganza? Serían unos desgraciados si fuera por eso, no es justo que los sobrevivientes de la ciudad pagaran por la muerte de ese maldito —manifestó airado Daine. 

—Pero es lo más seguro, tal vez están buscando a quienes acabaron con el capitán, es decir, a nosotros... —Opinó algo temerosa su hermana. El lugar quedó en silencio por un instante tras sus palabras.  

Shirimi, quien desde el balcón de la casa escuchaba a los chicos conversar, se acercó al grupo:

—Dejen de hablar de eso, solo generan más preocupación, aún tengo la esperanza de que Mish no haya sido atacada nuevamente —dijo mirando a Sotmi tratando de que el joven se sintiese mejor —esperemos que esos sujetos jamás encuentren este pequeño lugar... —Añadió con tristeza dando un vistazo a su alrededor.  

—Sí, es lo mejor, no le demos más vueltas al asunto —le apoyó su hija —más bien, vamos a tomar limonada, ha sido agotante todo el trabajo de hoy —ideó para terminar el tema.  

—Está bien... Luego retomaremos el tema, porque una cosa es segura, aquel que haya vuelto a arremeter contra mi ciudad tendrá que pagar con su vida, ¡yo mismo me encargaré de eso! —Declaró Sotmi con un semblante rígido.  

Los demás estaban ciertamente sorprendidos por la reacción del joven médico, nunca antes lo habían visto así, pero era totalmente comprensible; era la ciudad en donde había nacido y crecido, en donde sus recuerdos más preciados habían sido creados. 

Sin decir una palabra más todos entraron a la casa, menos Daine, quien no podía desprender su mirada de aquella nube que con el tiempo se iba desapareciendo. No quería pensar que por culpa de ellos hubiesen acabado con lo que quedaba de la ciudad, pero al ser el escenario más posible, su ira hacia los capitanes no hacía más que aumentar en su interior como una flameante llama.  

Los CapitanesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora