S2. Unión

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Desnudó mi cuerpo en tan solo un segundo. Su cola segregaba un líquido viscoso y transparente que, al entrar en contacto con mi piel, es como si entrara en calor. Sus escamas lucen peligrosas y ásperas, pero en realidad son suaves al tacto. 

Tumbó mi cuerpo sobre las flores, era como si se tratase de una cama, por la comodidad y suavidad que me brindaba. Todo esto parece como un sueño. 

—Me has visto muchas veces como mujer.

Su cuerpo volvió a su forma humana, a la Victoria que conocí ese día en el jardín y a la misma que he visto desnuda varias veces, pero me sigue causando el mismo rubor. 

—Excepto como hombre… 

Su forma masculina era muy parecida y atractiva, lo que cambiaba drásticamente eran sus genitales, su color de cabello, pues era negro e igual de largo, y sus facciones no lucían tan finas, pero sigue siendo igual de linda en ambas formas. Mis ojos recorrieron su cuerpo desnudo y se detuvieron justo en su inminente y energética erección. No podía creer lo que estaba observando. Fue tan vergonzoso que no pude mirarla a la cara. 

—¿Cuál de ellas dos te gusta más? 

En ambas formas es bonita, pero de quién me enamoré fue de Viktoria. No pronuncié palabra alguna, pues al parecer leyó mis pensamientos, ya que volvió a su forma femenina. 

—Eres muy extraña, ¿sabías? 

—¿Por qué?

—Otra en tu lugar se hubiera cegado por sentir, así fuera cuatro centímetros. 

—Eres muy desvergonzada. 

—¿Yo? Has sido tú a quién le han brillado los ojos al verme desnuda. 

—Debiste avisarme. No estaba preparada para ver algo así. 

—¿Para verlo? Eres muy divertida. Tu timidez me tiene muy caliente. Me encargaré de prepararte, pero no para verlo, sino para que lo sientas. 

Mi rostro se calentó hasta más no poder. ¿Qué quiso decir con eso? Esa faceta tan depravada jamás la había visto en ella. Separó mis piernas, lamiendo y besando cada centímetro de ellas y alternando entre ambas. Seguía cada una de sus atenciones con detalles, hasta que su lengua bífida entró en contacto con mis pliegues, robándome un gemido. Era una mezcla de frío, calor y mucha humedad. Su lengua segregaba el mismo líquido viscoso que su cola, algo extraño a simple vista, pero esa sensación que experimentaba mi intimidad al estar en contacto con ello, provocaba un intenso calor y electricidad. Su boca y lengua cubría gran parte de las bases, desde mi clítoris, hasta la entrada de mi vagina, alocando mis sentidos y aflojando gemido tras gemido. Mi cintura se movía sola y, aunque por dentro sentía mucha vergüenza, no podía detenerme, es como si hubiese perdido el control de mi propio cuerpo, simplemente sentía la necesidad de restregar mi intimidad en su boca. 

A medida que transcurrían los minutos, el calor se esparcía por cada parte y zona de mi cuerpo. Mis senos estaban sensibles, endurecidos y es como si palpitaran, anhelando sentir también su boca y lengua en ellos. Mi cabeza se siente tan liviana y mi cuerpo parece flotar. 

Viktoria se apartó de mi intimidad, acomodándose a la altura de mi rostro y robó mis labios. Acogí su beso con deleite, respondiendo de forma natural. Es la primera vez que nuestras lenguas y labios se unen; bailan juntos, desde un vals muy lento y sensual, hasta uno más rápido y apasionado. Su saliva tenía un sabor tan dulce que me embriagaba. 

Mis senos recibieron la atención que rogaban a gritos por su lengua y su boca. Estaba tan sensible que cada vez que succionaba mis pezones, tenía la sensación de que les extraería algún líquido o algo. Su lengua los vuelve más sensibles, los engulle, los ata, los suelta y los toma de nuevo. 

Luna Roja [✓] [EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora